Muero por dentro, de Robert Silverberg

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Por lo que parece, algunos de nosotros nacemos con válvulas defectuosas. Me refiero a artistas como El Bosco o El Greco, cuyos ojos no veían el mundo tal y como se presenta ante nosotros. Me refiero a los filósofos visionarios, los extáticos y los que alcanzan el nirvana; me refiero a los miserables y extraños parásitos que pueden leer los pensamientos de otros. Mutantes, todos nosotros. Mutaciones genéticas.

Tenía esta novela de Robert Silverberg por casa, esperando ser leída. En su día leí otras novelas del autor: El castillo de Lord Valentine, Por el tiempo, y Estación Hawskbill. Mis impresiones al acabar cada una de ellas fueron un poco dispares, pero en general puedo decir que ver el nombre de Silverberg en la portada de un libro me llama la atención.

En esta novela de 1972 el protagonista es David Selig, un hombre que durante mucho tiempo ha poseído dones telepáticos. No tiene demasiado de especial, este David. Vive en New York, y se aprovecha de su poder de forma egoísta. Ni siquiera él saca demasiado provecho de ese poder que posee. Pero un día el poder comienza a desaparecer, y él es consciente del proceso.

En las páginas del libro cuenta diferentes episodios de su vida, desde su infancia hasta su edad adulta. El poder leer las mentes de los demás siempre le ha diferenciado de las otras personas. Cuando le conocemos al inicio del libro, vemos cómo se gana la vida realizando ensayos y trabajos para universitarios, a los que previamente les lee la mente para replicar su estilo.

En aquellos días siempre era así: un viaje interminable, una travesía ostentosa. Pero los poderes decaen. El tiempo disuelve los colores de la mejor de las visiones. El mundo se vuelve más gris. La entropía nos vence. Todo se desvanece. Todo se va. Todo muere.

Durante la novela, siempre con recuerdos sobre hechos importantes de su vida, vemos ese don como algo de lo que David siempre ha dependido mucho, él asocia su existencia y su esencia con esa habilidad. El hecho de que se convierta en más débil, decaiga o incluso no funcione durante periodos lo desorienta y paraliza.

En el libro hay varios fragmentos muy interesantes, algunos profundamente mundanos, otros casi banales. Interesante ver cómo el poder las mentes de los demás afecta a sus relaciones personales. Es muy curioso el capítulo en que vemos que se encuentra con otra persona con su mismo don, o ese donde experimenta el viaje lisérgico de una novia suya, o ese en que, siendo un adolescente visita una granja y se va desplazando por las mentes de animales de los alrededores. La relación con su hermana es complicada, ya que ella no confía en él debido a su habilidad… en fin, las relaciones personales no son el fuerte de Selig.

El libro es un estupendo ejercicio de «y si…». Uno se imagina que poder leer las mentes de los demás resultaría útil para averiguar lo que piensan o planean y así utilizarlo en beneficio propio. Sí, pero no. Como cualquier don, supone a la vez una carga con innumerables efectos negativos. Una magnífica alegoría sobre las relaciones humanas, sobre la soledad  y la comunicación con los que nos rodean. Ciencia ficción clásica, me ha encantado.

Aquí hay otra joyita literaria:
Todo sonido terminará en el silencio, pero el silencio no muere jamás.
En 1876, Samuel Miller Hageman escribió eso en un poema titulado Silencio. ¿Oyeron alguna vez de Samuel Miller Hageman? Yo no. Quienquiera que fueras, Sam, eras un viejo sabio.

Autor: Robert Silverberg
Año primera publicación: 1972
ISBN: 84-89746-76-1
País autor: USA
Número de páginas: 312

5 comments

  1. Lo leí hace mil años, y a pesar del tiempo, a medida que leía tu crítica me acordaba perfectamente de los episodios que relataste. Es una muy buena novela.

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