Mi padre murió no hace ni dos semanas. Puedo decir las palabras pero no parecen significar nada o incluso importar demasiado. Mi mente queda en blanco. Así que pienso en otras cosas. Pongo Let It Be en el equipo de música y me pregunto cómo hubiera sonado si las cosas hubieran sido diferentes.
La música es fácil. Ni siquiera es tan importante lo que digan las palabras. El significado real está en las guitarras y batería, el modo en que suena un disco. Es una sensación más importante de lo que puedan ser nunca las palabras. Un tipo llamado Paul Williams dijo eso, o algo similar, y creo que es verdad.
Una de las novelas que más he disfrutado en el 2015, la premisa es tan curiosa como la de viajes en el tiempo en una novela en la que el rock ‘n’ roll es protagonista. Pero dicho así no creo que quede para nada claro, así que me explicaré un poco más.
El protagonista es Ray Chackleford, un hombre de mediana edad que trabaja por su cuenta reparando equipos de música. El matrimonio de Ray está pasando sus peores momentos, y además al inicio de la novela conocemos a Ray pasando el duelo de su padre, que ha muerto recientemente en circunstancias no del todo claras. Ray intenta recomponerse de la mejor manera posible, pero sus días resultan ser montañas rusas de emociones, y casi siempre en un sentido bastante negativo. Le atormentan la culpa, la pena, los conflictos no resueltos con su padre, y el sentimiento de que podría haber sido de otra manera entre los dos. La sensación de que ha habido algo extraño en su muerte… Ray a menudo acaba bebiendo demasiado.
– Mírate. Ni siquiera tienes cuarenta, y te has retirado para comenzar tu propio negocio. Y lo haces funcionar desde el primer día. Bebes todo el tiempo, y a pesar de eso nunca te he visto borracho. Solo te las apañas. Pasan cosas malas, y te las apañas. Tu padre muere, ¿y qué ha ocurrido?
– Me las apaño.
– Te las apañas. ¿No crees que da un poco de miedo?
En el curso de alguno de sus trabajos, resulta que consigue transferir a cintas grabaciones inacabadas de algunos artistas míticos, casi legendarios: Brian Wilson, Jim Morrison y Jimi Hendrix. Descubre que puede crear grabaciones que nunca existieron o nunca se registraron, y eso resulta para él una estupenda vía de escape, mediante la cual viaja con la música al pasado, un pasado que no es el suyo. Viaja a los 60 para ayudar a sus ídolos a reclamar lo que han perdido, sus discos perdidos. Smile de Brian Wilson, The Celebration of the Lizard de Jim Morrison, y The First Rays of the New Rising Sun. Lo curioso es que desde que el libro se escribió, los tres discos han sido publicados. Extraño, ¿no?
En su viaje a la California en que habitaba y sufría Brian Wilson, veremos cómo Ray se ve inmiscuido en la dinámica familiar de Brian, cómo intenta aconsejarle y ayudarle para que todo le vaya mejor. Me encantó que mi lectura del libro coincidiera con la época en la que vi la película Love & Mercy, convirtió estos fragmentos en mucho más especiales y una experiencia más completa. Brian Wilson sale retratado aquí como un alma sensible, un hombre con problemas para superar su día a día, pero con una brillantez en lo musical fuera de lo normal. Literalmente, las canciones invadían su cabeza y tenía que sacarlas fuera.
– Son los iones negativos. Hacen que la gente quiera soltarse. Esa es una teoría, de todos modos. California siempre ha sido así, incluso en el siglo XIX, todas las sectas extrañas terminaban aquí. El resto del país pensaba que California estaba loca incluso entonces.
– Me pregunto si la música de Brian habría sido la misma si viviese en otra parte.
– De ninguna manera. Nunca hubiera llegado a hacer música.
– Sí. Es como si pudieras ver de verdad el Sueño Americano desde aquí. Está tan cerca que casi puedes tocarlo. Pero no. Solo tienes un destello, y después desaparece otra vez. Nunca he escuchado a nadie más que muestre esa tristeza dentro del sueño antes.
En la novela realmente Ray viaja al pasado, o al menos está convencido de ello, pero para nosotros es complicado saber con certeza si realmente viaja al pasado o está experimentando algún tipo de ataque. En las páginas encontramos pistas que nos hacen inclinar hacia una opción u otra, pero finalmente el lector tiene que elegir qué cree realmente que está pasando. Volviendo a sus experiencias con músicos, la parte más sombría sin duda es la que corresponde a Jim Morrison. Morrison hace de guía a Ray en el estilo más salvaje de vivir el Rock&Roll. Un loco, un excéntrico, adicto a demasiadas cosas como para sobrevivir… ese es Jim Morrison.
Febrero de 1968. Estábamos desamparados, pero nadie lo sabía todavía. Excepto Jim Morrison.
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Era la pregunta que obsesionó a mi generación. ¿Qué nos ocurrió? ¿Dónde hicimos las cosas mal? Las drogas eran un síntoma, no una causa. Puede que no pudiéramos cambiar el sistema político Americano en una noche. Era más como si algo hubiera estado mal en las condiciones iniciales, algún error de fabricación que significaba que la estructura nunca se sostendría.
Morrison lo había entendido mejor que nadie. Sabía que «sin límites» significaba que antes o después acabarías mirando por el borde de un precipicio. Morrison ni siquiera frenó, solo saltó. Sabía que estábamos todos malditos y no quería ser el último en irse de la fiesta.
Y después del genio puro de Wilson, y del ansia autodestructiva de Morrison, llegamos a Jimi Hendrix. Por afinidad musical, quizá a mí personalmente esta sería la parte que estaba destinada a gustarme menos, y sin embargo sí me enganchó. La misión del protagonista, Ray, en esta parte del libro, es salvarle la vida a Hendrix, evitar que muriese ahogado en su vómito el 18 de septiembre de 1970. Obvio, esto implicará que Ray mantenga unas cuantas conversaciones con Jimi.
– Porque tú eres como yo – dije. Las palabras me sorprendieron. – Querías salvar el mundo, sin importar lo que dijeras. De eso trataba First Rays of the Rising Sun. Música para salvar el mundo, para sanar todos los puntos rotos entre hombres y mujeres, entre negros y blancos, entre madres e hijas y padres e hijos. Porque la música es la única cosa que puede hacerlo, porque la música no tiene un país ni un idioma excepto ella misma.
Personalmente, esta novela me vino bien en un momento en que necesitaba fantasía, una aventura que ayudarse a escapar de la realidad. La novela no puede tener una premisa mejor para ello. El carácter soñador de la música y los mundos a que nos lleva, mezclado con los viajes en el tiempo, que convierten esos viajes y mundos en algo palpable. Vivimos junto a Ray sus desgracias y desventuras personales, mientras vive (¿o se lo inventa?) aventuras excepcionales y hace realidad unos cuantos sueños que harían las delicias de muchos amantes de la música. El hecho de viajar y conocer realidades tan diferentes a la suya, también, de algún modo, le ayuda a extraer algunos aprendizajes que puede aplicar a su vida personal. En su vida hay heridas que no se pueden cerrar del todo, dolencias que no tienen cura… evidentemente los problemas con su padre van a quedar sin resolver, pero algunos problemas ya solo se pueden resolver con uno mismo.
Glimpses es, en parte, una novela de sanación. Ray debe aprender a perdonarse y aceptarse a sí mismo, y aplicar los aprendizajes a diferentes aspectos de su vida. Dicho así suena a autoayuda barata, pero es que las palabras no me alcanzan para explicar cómo de terapéutica es esta novela en algunos momentos. Ray debe reparar el pasado, no llevando a cabo actos que afecten al presente, sino preservando el patrimonio musical perdido debido a la muerte o la enfermedad mental.
No es un libro perfecto pero para mí, en ese momento preciso sí lo fue. Me enamoré de la novela, e incluso de su premisa a priori tan descabellada. Me sumergí en sus páginas y deseé poder experimentar las aventuras de Ray. Una buena historia para los amantes de la música, sobre todo la que abarca todo el protagonismo aquí: la intensa, magnífica y genial música de los años 60.
Autor: Lewis Shiner
Año publicación: 1993
País del autor: USA
ISBN: 978-1-59606-351-8
Número de páginas: 299
Dedicatoria:
To the memory of those no longer with us:
Mary Alberts
Paul Bradshaw
Timothy Leary
Elissa Turner