Me gusta ver cine italiano de vez en cuando. Del bueno, preferiblemente, y en este caso la película venía avalada por buenas críticas y puntuaciones en diversas webs. Ya se sabe que eso no es determinante en muchos casos, pero por algún criterio me tengo que guiar.
La historia que cuenta la película se divide en tres capítulos. Antes de comenzar la historia propiamente dicha, tenemos una pequeña introducción. En ella, un trabajador acaba su jornada en la víspera de Navidad y se dirige a su casa en bicicleta por una carretera. Un coche hace que salga de la carretera para evitar ser atropellado, y a consecuencia de la caída queda bastante lastimado. Después, pasamos al capítulo uno, que se titula «Dino». Dino Ossola (Fabrizio Bentivoglio) es un agente inmobiliario que sueña en tener más éxito y dinero, y al inicio de la peli lo vemos llevando a su hija Serena (Matilde Gioli) a casa de los Bernaschi, pues Serena es muy amiga del hijo de la familia. Allí Dino conoce a Giovanni Bernaschi (Fabrizio Gifuni) y Carla Bernaschi (Valeria Bruni Tedeschi), y en concreto cree que hace buenas migas con Giovanni, tanto que le pide participar en un fondo de inversión increíblemente rentable que posee Giovanni. Este le dice que la aportación mínima es medio millón de euros, pero Dino ve claro que se hará rico. No tardaremos mucho en ver que Dino es un hombre avaricioso que no se resigna a lo que tiene, y quiere conseguir más empleando los métodos que sea, pero todo será aún más complicado cuando su mujer Roberta (Valeria Golino), le diga que está embarazada. Dino es el típico personaje irritante y molesto, que no parece entender cuándo los demás le dan largas o le están engañando.
En el segundo capítulo la protagonista es Carla Bernaschi, y el periodo narrado es el mismo que en el caso del primer capítulo. Aparecen nuevos temas en este caso, y más que la inquietud económica de Dino, esta parte se centra en las inquietudes artísticas de ella, una ‘mujer florero’ que dedica sus días a ir de compras y hacerse la manicura. Tiene nuevas esperanzas cuando gracias al dinero de su marido, Giovanni, puede ponerse al frente de la rehabilitación y puesta en funcionamiento de un antiguo teatro.
El tercer capítulo está centrado en Serena Ossola, la hija de Dino, y con esta parte final tenemos la pieza que falta en el puzle. Es aquí donde vemos lo que realmente ocurrió en la primera escena, quién fue culpable y quién no, y la cadena de casualidades y situaciones que llevaron a ello.
La película está bien desarrollada, y las piezas encajan con precisión entre los diferentes capítulos. La narración es fluida, y las actuaciones muy buenas. En algún caso concreto la actuación es algo más histriónica, de acuerdo al tipo de personaje, pero la mayoría desempeñan su rol con sobriedad y mucha corrección. También hay que destacar la crítica a la sociedad italiana, una crítica que en realidad podría ser bastante universal. El anteponer el dinero a cuestiones más importantes, el dar prioridad a apariencias, dar de lado el daño que se pueda provocar a otros… y en último caso, todo eso que tenemos tan interiorizado sobre el valor numérico que se nos puede asignar a cada uno de nosotros (a eso se refiere el término «capital humano», al valor de una vida humana calculado por las aseguradoras).
En resumen, una buena película que, aunque no nos cuenta nada nuevo, lo cuenta muy bien.
Director: Paolo Virzi
Guión: Paolo Virzi, Francesco Bruni y Francesco Piccolo (basado en la novela de Stephen Amidon)
Año: 2013
Duración: 111 minutos
País: Italia
Ficha IMDB
Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Fabrizio Bentivoglio, Valeria Golino, Fabrizio Gifuni, Luigi Lo Cascio, Giovanni Anzaldo, Matilde Gioli, Guglielmo Pinelli
[…] el valor numérico que se nos puede asignar a cada uno de nosotros (a eso se refiere el término “capital humano”, al valor de una vida humana calculado por las […]