Don: Me preocupan muchas cosas, pero no me preocupas tú.
Peggy: ¿Qué te preocupa?
Don: Que nunca he hecho nada y que no tengo a nadie.
La primera parte de la última temporada (suena a trabalenguas, ¿eh?) de Mad Men fue como un disparo. Todo pasó muy rápido, 7 capítulos son muy pocos y casi dio la sensación de que la sería TENÍA que volver al poco tiempo, que en realidad esos capítulos tuvieron sabor a media temporada. Pero no. El 7×07 se emitió el 25 de mayo de 2014, hace una eternidad, y ya casi teníamos todo olvidado – en realidad NO – cuando por fin ha vuelto la serie. Ya para su recta final, otros 7 capítulos que pondrán fin a esta historia de ejecutivos y creativos publicitarios. Y la séptima temporada realmente nos ha dado buenos momentos, que seguro que se incrementarán con estos últimos capítulos. Resumiré un poco por encima mi balance de la primera mitad de la 7ª (Ojo spoilers… un poco absurdo porque van implícitos en cualquier comentario del 7×08, pero igual):
- Don se arrastra por el barro. Desde el ataque de sinceridad del final de la 6ª temporada, Don ha ido de mal en peor. En lo personal, su vida es tan caótica como siempre. En lo laboral, está forzado a tomarse «un descanso» de su trabajo a pesar de seguir siendo socio. A lo largo de la temporada, iremos viendo sus altibajos y cómo su vida continúa siendo una montaña rusa, aunque no solo emocional. La lección que hemos aprendido es: demostrar los sentimientos puede salir caro. Muy caro. Nada de lo que había hecho Don hasta ahora le había costado tanto. Ni sus infidelidades, ni su afición al alcohol, ni siquiera la mentira que es su vida e incluso su nombre. Igualmente, a las mujeres se les siguen «cayendo las bragas» en presencia de Don.
- Más conversaciones trascendentales de Don y Peggy animadas por el alcohol y la madrugada. Lo volvieron a hacer, y estas charlas traían ecos del genial capítulo «The Suitcase».
- Peggy y su vida triste y solitaria, en su triste y solitario apartamento. Peggy, que muestra un rencor poco disimulado hacia Don, parece tener poco más que hacer que refugiarse en el trabajo e incluso la vemos llorar desconsolada en cuanto entra en su casa.
- Megan, intentando despegar. En la temporada anterior daba sus primeros pasos como actriz, y en estos capítulos parece que le van saliendo algunos papeles, que la tienen en cuenta para alguna serie… Don y ella están lejos, y no solo por el largo viaje de avión que él tiene que hacer cada vez que quiere verla.
- Betty… desaparecida. La hemos visto en esta temporada demostrar algo más de carácter, sufrir porque sus hijos no la quieren, comportarse como una completa déspota, fumar con su pose de «pava total» y aún así lucir perfecta en cada plano.
- Joan, algo desaparecida para mi gusto. Sí, tiene presencia y la vemos por ahí, generalmente hablando de cifras y temas financieros. Para mi gusto, le faltó algo más de sustancia.
- Pete, un poco más simpático, calvo, separado, hecho polvo… Con algunas frases para recordar: «Odio incluso la palabra ‘familia’. Es poco específica».
- Momentos históricos como el primer vuelo a la luna, Vietnam… hitos culturales como Frank Sinatra y el choque generacional de padres e hijos a los que les gustan más los Rolling Stones
- Muerte y destrucción… Bert nos deja en el capítulo 7, con número musical incluido.
- La tecnología llega a la oficina. Uno de los focos de conflicto de la temporada es la instalación de un enorme ordenador en la oficina de la agencia. Ginsberg incluso llega a volverse loco por el efecto de la máquina (WTF?).
- La presentación de Peggy ante Burger Chef. Genial, un discurso perfecto que habla de la necesidad de hacer cosas juntos, de saber que estamos haciendo lo mismo, a la vez. Recordó a Don Draper en sus mejores momentos.
Así que con todo ese material tocaba enfrentarse al primer capítulo de la segunda parte de la 7ª temporada. O lo que es lo mismo, el 7×08.
Así que comencemos con un breve repaso a lo ocurrido en este estreno.
Es abril de 1970. Después de los 60, con todas sus guerras, con divorcios y penurias para los protagonistas, llegan los 70 con sus colores estrafalarios, cambios de peinados, ¿y qué más? La última vez que vimos a Don Draper (7×07) fue ganando mucho dinero y viendo al fantasma de Bert bailando y cantando al ritmo de «The Best Things in Life are Free» (Las mejores cosas en la vida son gratis). Este capítulo lo comienza lo que parece ser un juego de dominación con una mujer que lleva un abrigo de piel. Suena «Is that all there is?» y resulta que en realidad son negocios. Después lo vemos compartir recuerdos de infancia con varias chicas y Roger. Lejos han quedado los momentos en que intentaba ocultar su pasado. Todavía fuma, todavía bebe, parece orgulloso de quien es, en paz consigo mismo… como siempre, intentando mostrar una fachada, al más puro estilo Don Draper.
Por otro lado, las mujeres cada vez están más seguras de sí mismas, y vemos a Joan y Peggy hablar con clientes. No todo es agradable y vemos cómo Joan tiene que soportar algún momento incómodo por faltas de profesionalidad de otros. Y Peggy parece seguir empeñada en seguir los pasos de Don. Mucho trabajo, poco placer. A pesar del instinto maternal que le vimos en los primeros capítulos de la temporada con su vecino, no parece atreverse del todo a tener una familia, una pareja, una vida fuera del trabajo… pero lo intenta. No vemos a Betty, Megan ni a Sally en este capítulo.
En el capítulo seguimos viendo cómo Don va de mujer en mujer pero tiene un vacío dentro. En un sueño en el que aparece Rachel Menken se da cuenta de que la echa de menos, quizá que echa de menos algo que no le dan todas esas mujeres. No es cuestión tanto de romanticismo, como de vacíos y necesidades emocionales, de intensidad. De todas formas parece ser un sueño premonitorio y eso llevará a Don a reflexionar, una vez más. El encuentro con la camarera también es de lo más extraño. Me quedo con la cara de Don cuando la hermana de Rachel le espeta que «vivió como ella quiso, que lo tuvo todo». ¿Esa cara es simple pena o es que piensa en su propia existencia? ¿Ha vivido él lo que quería vivir?
Por ahí vemos algo de Harry Crane. Algo de Ted, bastante torpe como suele ser habitual en él. Y tenemos un gran cambio para la vida de Ken Cosgrove, que se ve forzado a retirarse de su trabajo y perseguir su sueño de escribir una novela – finalmente hay cambio de planes, seguir su instinto sería demasiado sabio -. Pete reflexiona sobre la fantasía que alimentó cuando fue a California: que todo podía cambiar.
Y la tónica parece ser que nada cambia de verdad, que con pocas excepciones todos siguen cometiendo los mismos errores. Que las victorias parecen pequeñas, efímeras y ridículas. Y las derrotas, que se encuentran a cada paso – sea en forma de viejos amores que han muerto, o de pasaportes perdidos – son enormes e insalvables.
Me ha gustado este capítulo, mucho, ya estoy sufriendo porque se termina la serie.
El director de Mad Men, Scott Hornbacher, ha dicho que el final de la serie provocará controversia entre los fans. Veremos, solo nos quedan 6 capítulos para verlo. 🙁 Fragmento de la letra de la canción que suena al inicio y al final del capítulo:
Y entonces me enamoré, del chico más maravilloso del mundo. Dábamos largos paseos al lado del río O nos sentábamos durante horas mirándonos a los ojos. Estábamos tan enamorados. Entonces un día, se fue y pensé que me moriría. Pero no. Y cuando no lo hice me dije a mí misma, «¿Es eso todo lo que hay para amar?»
¿Eso es todo? ¿Eso es todo? Si eso es todo amigos míos, entonces sigamos bailando Saquemos el alcohol y festejemos Si es todo lo que hay.
Sé que debéis estar pensando «Si se siente así como se siente, ¿por qué no termina con todo?» Oh, no, yo no. No tengo prisa para esa decepción final. Porque sé mientras estoy aquí hablando con vosotros, Que cuando llegue ese momento final y esté tomando mi último aliento, Diré…
¿Eso es todo?