L’estiu que comença, de Sílvia Soler (Reseña)

estiu-que-començaNo hi ha cap mar tan blau com aquest, diu l’Elvira. Les dues noies jeuen a la sorra en aquella hora que la platja sembla que es fongui. Els contorns s’esborren, les veles diminutes tremolen, els núvols de tarda es desplacen lentament.

La novela comienza con dos mujeres embarazadas que toman el sol. Los hijos que llevan en el vientre serán niño y niña, tendrán la misma edad, y según ellas, se enamorarán. En la novela se cuenta la historia durante 50 años de esas dos personas, Andreu y Júlia, en diferentes momentos clave de sus vidas. Cómo viven su niñez, cómo se hacen mayores, cómo se enamoran y de quién…

Precisamente muy al principio de la novela vemos cómo las dos familias, la de Júlia – los Reig – y la de Andreu – los Balart – inician una de las tradiciones que se alargarán durante mucho tiempo: cenar juntos en la noche de San Juan, que es además el cumpleaños de Júlia. Ese será el hilo conductor de toda la novela, cómo pasan los años y cómo se mantiene esa tradición aunque todo lo demás cambie.

La novela no es romántica, sino sobre la vida misma. Se nos explican los recorridos vitales de los dos protagonistas, Andreu y Júlia, a medida que se van haciendo mayores, forman familias, se equivocan, sufren y se llevan alegrías. Ya digo que el nexo y el hilo conductor es la noche de San Juan, el comienzo de muchos veranos en una celebración típicamente familiar. Aunque yo he terminado de leerlo en invierno, seguramente la experiencia es mucho mejor (que no digo que haya sido mala) cuando se lee en verano, con más calma. La historia respira verano, habla del verano, y transmite sensaciones típicamente estivales. Esa sensación de las vacaciones inminentes, de nuevos proyectos, descanso, relax…

Aquell brindis que acabava de proposar la Júlia era «el tradicional de la nit de Sant Joan» i la Júlia es va emocionar estúpidament veient com els costums esdevenen tradicions i com s’hereten igual els llibres i les cases.

La narración no sigue un ritmo constante, sino que avanza un poco ‘a golpes’. Es decir, que lo que se narra no es tanto la historia de una forma lineal o proporcional entre los años que transcurren, sino que se centra en capítulos destacados de las vidas de los personajes. En la novela no se juzga a sus personajes, sino que solo somos testigos  de lo que les ocurre y sus alegrías y tristezas.

A pesar de que me ha parecido un libro bien escrito, con una historia interesante, sé que no es para todo el mundo. Sílvia Soler tiene un estilo de narración muy fluido, a ratos casi minimalista, descriptivo cuando es necesario. Hace zoom cuando es necesario en cada uno de los protagonistas, y de esta manera tenemos una visión privilegiada de los sentimientos y vivencias de los principales personajes.

Era dels que pensava que compartir les alegries les duplicava i compartir les angoixes les reduïa a la meitat. Però hi hauria algú de qui pogués enamorar-se?

Desfilan tantas historias por estas páginas que resulta casi imposible no verse reflejado en algún momento en alguno de los personajes, en sus vivencias o los hechos de su vida  que les hacen sufrir o les hacen sentir alegría. Todos hemos pasado por algunas de esas vivencias: la muerte, nuevos miembros en la familia, formación o disolución de parejas, separaciones, discusiones o malentendidos, infidelidades, rumores…

Y sobre esto último me gustaría comentar que la novela está ambientada en un pueblo relativamente pequeño, donde «todo se sabe». Este pueblo ficticio, Sorrals, es un pueblo costero que en la novela parece situarse entre Barcelona y Girona, seguramente en la preciosa Costa Brava. Yo misma he vivido muchos años en un pueblo y creo que en el libro se refleja bien tanto lo bueno como lo malo de esas pequeñas comunidades: el miedo al qué dirán, los cotilleos que corren como la pólvora, lo difícil que es saber que los demás saben… junto a estos ‘contras’ están los ‘pros’: la vida tranquila, la posibilidad de viviendas más espaciosas.

Las novelas de este tipo (por decir algo, podría decir de este género que se centra en vivencias y sentimientos, bastante costumbrista) a menudo hacen que uno se sienta reflejado en algunos rasgos o acontecimientos que le ocurren a los protagonistas, e incluso en la manera en que afrontan esos acontecimientos. Debo decir que de la novela, quizá el que me resultó más cercano fue Andreu, con su accidentada vida familiar.

En general, es una historia bonita y bien contada, con un estilo ágil y un lenguaje rico en vocabulario y expresiones. Me encanta leer en catalán por libros como este, aunque sigo diciendo que me hubiese gustado aún más si lo hubiese leído en la estación adecuada. Es decir, en verano.

Quina tristesa bufar aquest exèrcit d’espelmes. Té raó el pare: fa quatre dies l’Andreu i jo érem els adolescents a qui els nostres pares – que jo veia grans però que eren terriblement joves – demanavan seny. Ara nosaltres som els pares. Ara nosaltres som més grans que els nostres pares.

Autor: Sílvia Soler
Título: L’estiu que comença
Año Primera publicación: 2013
ISBN: 978-84-9708-257-0
Páginas: 223
Dedicatoria: 

A la Blanca Soler Guash
i a la Blanca Duran Soler,
que entre duas fan cinc:
germana, mare, amiga, neboda, filla.

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