Alguna vez he reseñado libros que están escritos en catalán, y siempre lo he hecho en castellano. La verdad es que me gustaría reseñarlos – además de leerlos, que los leo, claro – en ese idioma, pero todavía no tengo soltura suficiente como para arrancarme a escribir en catalán, un idioma que por lo demás disfruto escuchando y leyendo. Uno de mis idiomas aunque me cueste expresarme en él, vaya. Dicho esto, hoy voy a reseñar un libro escrito en catalán, uno además que es bastante humorístico, aunque con matices.
Empezaré por hablar un poco de cómo me enteré de la existencia del libro. En general no me gusta la radio, solo me gusta RAC1. Nunca había sido muy fanática de este medio, pero desde que me vine a Barcelona me convertí en fan de esta emisora. Es fácil que me la ponga en el coche, o en casa mientras hago otras cosas. Si por lo que sea no hay ningún programa que me guste en ese momento, apago la radio, porque como he dicho, no me gustan el resto de emisoras. La cuestión es que uno de mis programas favoritos es “La competencia”. No suelo escucharlo en directo porque justo lo emiten dentro de mi horario laboral, pero siempre que puedo lo escucho. Uno de los presentadores es Óscar Andreu, el otro Óscar Dalmau. Un día, en un programa de la tarde tenían como invitado a Óscar Andreu, que había escrito un libro… y eso me interesó de inmediato. El título, como es normal, también avivó mi curiosidad… 17 maneras de matar a un hombre con una servilleta… Así que enseguida puse el ordenador a trabajar para ver dónde y cómo podría conseguirlo.
No obstant això, no m’agradaria transmetre la idea que Can Tonet era un barri violent, un infern per a la vida, l’Apocalipsi.
Can Tonet era, sobretot, un barri de gent humil – i sovint treballadora -, situat a la perifèria d’una ciutat d’extrarradi grisa, avorrida i castigada cíclicament per un seguit de crisis: la del tèxtil, la de la construcció, un altre cop la del tèxtil, un altre cop la de la construcció…
[A pesar de eso, no me gustaría transmitir la idea de que Can Tonet era un barrio violento, un infierno para la vida, el Apocalipsis.
Can Tonet era, sobre todo, un barrio de gente humilde – y a menudo trabajadora -, situado en la periferia de una ciudad de extrarradio gris, aburrida y castigada cíclicamente por una serie de crisis: la del textil, la de la contrucción, otra vez la del textil, otra vez la de la construcción…]
En el libro, en forma de capítulos cortos, se nos cuenta la historia de la juventud del protagonista, en un barrio periférico catalán (¿ficticio?) llamado Can Tonet. En ese barrio se dan cita personas de todo tipo: trabajadores, parados, familias… Pero claro, los personajes más interesantes son los más marginales y pintorescos: yonkis, gitanos, gamberros… En el libro, el protagonista, que ha pasado gran parte de su vida en el barrio, nos cuenta diferentes anécdotas sobre diferentes personas que allí viven o vivían. Ya pueden ser amigos suyos, los toxicómanos más temibles del barrio o la gente que sembraba el terror cuando él era niño. Hay un huequecito en la historia para cada uno. A menudo los personajes tienen motes más o menos graciosos, y se nos explican cuando es posible, además de proporcionarnos descripciones físicas y psicológicas de lo más floridas. Por ejemplo:
El Ventolín era un secall d’uns setze anys que tenia la cara estreta, els ulls petits com dos botons de puny de camisa i sempre anava vestit amb una samarreta de promoció d’alguna discoteca. I gastava una veu de mil trons. El Ventolín fumava des dels cinc anys. Per la veu, un diría que, com a mínim, dos cartrons diaris de Ducados abans d’esmorzar.
[El Ventolín era un chaval de unos diecisiete años que tenía la cara estrecha, los ojos pequeños como botones de puño de camisa y siempre iba vestido con una camiseta de promoción de alguna discoteca. Y tenía una voz de mil truenos. El Ventolín fumaba desde los cinco años. Por la voz, uno diría que, como mínimo, dos cartones diarios de Ducados antes de almorzar.]
La verdad es que al principio, el tema del “barrio” en sí no me llamaba demasiado. No me he criado en un barrio de esas características y creía que lo específico del tema me echaría un poco para atrás a la hora de leer. Pero creo que el hecho de que me guste el tipo de humor que gasta Oscar Andreu, y la forma que tiene de contar las cosas, hacen que en realidad el libro sea bastante universal, en el sentido de que hay personajes que parece que en algún momento de mi vida he podido conocer yo también. Incluso hay circunstancias que he sentido un poco mías o cercanas a mí, a pesar de que el entorno en que me crié no tiene demasiado que ver con Can Tonet. Barrio periférico catalán y pueblo pequeño gallego no tienen demasiado que ver en principio y sin embargo…
Aparte de eso, hay rasgos de Can Tonet que siguen estando vigentes entre algunas ciudades periféricas de Barcelona, solo hay que fijarse un poco… Por poco que me gusten según qué cosas, en el libro están contadas con tal gracia, que solo puedo reconocerle el mérito de Andreu de convertir a cierto tipo de personas que normalmente aborrezco bastante en protagonistas de una historia que me ha entretenido y gustado tanto.
Quan no estava tancat a la Trini, el passatemps preferit del Peque era la canaricultura. Sempre el veies anar amunt i avall amb tres gàbies d’ocells embotides en unes fundes fetes ad hoc amb colors d’equips de futbol – una del Barça y dues del Betis.
[Cuando no estaba encerrado en la Trini, el pasatiempo preferido del Peque era la canaricultura. Siempre lo veías ir arriba y abajo con tres jaulas de pájaros embutidas en unas fundas hechas ad hoc con colores de equipos de fútbol – una del Barça y dos del Betis.]
Pero ya digo que hay cosas en común entre Can Tonet y mi pueblo. Es más, seguro que algunas son bastante universales y parte de mi generación y la suya. ¡Las Variant, por ejemplo!
Pero no todo es fauna pintoresca en el libro, el protagonista también habla de manera bastante divertida del que fue su mejor amigo de juventud, el Silver. He disfrutado particularmente los capítulos de anécdotas de Silver y el protagonista, vete a saber por qué. Pero me parece muy entrañable esa amistad, incluso con la cantidad de desplantes que recibe el pobre Silver (en forma de arbitraje injusto en un partido, vacaciones de mierda…)
Amb el Silver hem xerrat i discutit, hem desmentit una infinitat de cops – més per riure que per necessitat – els que insinuaven que érem homosexuals, hem compartir lectures, discos i, de tant en tant, pentinat, dubtes existencials, mudances, pors, inquietuts, nits que s’han allargat dies; hem fet viatges interns i externs, i, ja de bon principi, vam aconseguir experimentar aquella mena de silenci perfecte i còmode que s’estableix entre els amics que s’ho han dit pràcticament tot.
I el que és més important: al llarg de’aquestes gairebé tres dècades d’amistat, he pogut comprobar que, si mai l’he necessitat pel que fos, si mai han augmentat las turbulencias fins a ferme insuportable el viatge, només ha calgut que xiulés – “Fi fu fiuuuu!” – i ell va deixat el que estigués fent en aquell moment, fos el que fos, i ha vingut al rescat com un llamp.
[Con el Silver he charlado y discutido, hemos desmentido una infinidad de veces – más por reírnos que por necesidad – a los que insinuaban que éramos homosexuales, hemos compartido lecturas, discos y, de vez en cuando, peinado, dudas existenciales, mudanzas, miedos, inquietudes, noches que se han alargado a días; hemos hecho viajes internos y externos y, ya desde el principio, conseguimos experimentar aquel tipo de silencio perfecto y cómodo que se establece entre los amigos que se lo han dicho prácticamente todo. Y lo que es más importante: a lo largo de estas casi tres décadas de amistad, he podido comprobar que, si alguna vez lo he necesitado para lo que fuese, si alguna vez han aumentado las turbulencias hasta hacerme insoportable el viaje, solo ha hecho falta que silbase – «¡Fi fu fiuuu!» – y él ha abandonado lo que estuviese haciendo en aquel momento, fuese lo que fuese, y ha venido al rescate como un rayo.]
17 maneres de matar un home amb un tovalló es una novela en capítulos, donde se nos cuenta el proceso de crecimiento y maduración del protagonista. Me resisto a llamarlo un libro humorístico, aunque lo es, porque tiene todo tipo de momentos. Hay momentos tiernos, emotivos, dramáticos incluso… todo visto desde una óptica que tiene bastante sentido del humor, pero así son las cosas. A todos nos puede pasar de todo. Hay gente que se lo toma con más calma, que se lo toma con humor. Es una virtud al fin y al cabo.
Y a cosas como esta me refería con lo de los motes. Quien tenía mote en Can Tonet, era por algo. Y generalmente nada bueno.
Tot i que era l’encarnació del mal, el paio es deia Fernando Bueno, encara que al barri, i per extensió a tota la comarca, el coneixien pel cognom: el Bueno.
Si en algun moment dels anys vuitenta, l’Acadèmia Sueca hagués decidit entregar un Nobel a la persona més dolenta del planeta Terra, és molt probable que el Bueno l’hagués guanyat cinc anys consecutius. Sí, ja sé que el Nobel no es pot guanyar més d’una vegada, però estic segur que amb aquell paio haurien et una excepció.
El Bueno era el mal en persona, la maldat suprema i inopinada, la mesquinesa pura, extrema in sense matisos; una amenaça constant que no sabies mai per on sortiria.
[Aunque era la encarnación del mal, el tío se llamaba Fernando Bueno, aunque en el barrio, y por extensión en toda la comarca, lo conocíamos por el apellido: el Bueno.
Si en algún momento de los años ochenta, la Academia Sueca hubiese decidido entregar un Nobel a la persona más mala del planeta Tierra, es muy probable que el Bueno lo hubiese ganado cinco años consecutivos. Sí, ya sé que el Nobel no se puede ganar más de una vez, pero estoy seguro de que con aquel tío hubieran hecho una excepción.
El Bueno era el mal en persona, la maldad suprema e inopinada, la mezquindad pura, extrema y sin matices; una amenaza constante que no sabías nunca por dónde saldría.]
Así que me ha encantado el libro. Esperaba que me gustara, a pesar de no tener mucha idea de qué iba, pero me ha encantado. Ah, y cuando lo compré no tenía ni idea del porqué del título. Lo explica muy bien uno de los personajes (el Sorri), porque eso le enseñaban en sus clases de taekwondo.
Las pachangas al fútbol, las excursiones al picadero a donde iban todas las parejas, las gamberradas, las rivalidades entre barrios, aquí hay de todo y seguro que todos nos podemos reconocer en alguna cosa.
Y para terminar ya y en resumen… gran libro, me lo he pasado en grande leyéndolo.
Título original: Disset maneres de matar un home amb un tovalló
Autor: Òscar Andreu
Editorial: Contra
Año publicación: 2013
ISBN: 9788494093807
Número de páginas: 208
Òscar Andreu en Twitter
Información Bitacoras.com
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