Ya sabéis que suelo explicar cómo he llegado a leer los libros que reseño. El hecho de verlos recomendados en alguna web, o en un blog, a veces son factores decisivos. A veces los leo porque conozco al autor de haber leído alguna cosa suya, o porque «me suena»… en este caso no estoy segura de cuál fue el motivo, quizá me llamó la atención el título en la web de alguna librería, o me gustó la sinopsis. La verdad es que no me acuerdo y me molesta.
Pero el fin de semana pasado, cuando buscaba un libro más o menos finito para leer, me saltó a las manos. A ver, lo voy a confesar, a veces busco en mis estanterías el siguiente libro a leer teniendo en cuenta como primer criterio que no sea muy largo (llamadme vaga si queréis). Tanta gente sola tiene 224 páginas, y yo puedo decir que me lo leí en un fin de semana. Un fin de semana tranquilo y con varias sesiones de libro+sol, pero un fin de semana. Creo que el que alguien se lea un libro en pocos días, no solo nos dice algo de la rapidez o la dedicación de un lector, sino sobre el libro en sí mismo. Hay libros que, por muchas ganas que uno tenga de leérselos, van leyéndose poco a poco. Porque no apetece, porque son difíciles, o porque simplemente, no tienen la suficiente calidad como para dedicarle un porcentaje significativo de tiempo al cabo del día. Con esto no quiero decir que en este caso el libro sea «fácil», sino más bien que hace una semana, por estado de ánimo o lo que fuera, me apetecía leer algo así… todo aparte de que es muy bueno por sí mismo.
Me gustaría comentarlo bien y hacerle una buena reseña, pero creo que hay cierto tipo de libros que gustan más o menos, no tanto por su calidad (lo he dicho y lo repito: este libro la tiene), sino por factores emocionales y subjetivos. En el libro, luego lo comento, los relatos tratan de rupturas, de frustración, de patologías, de envidia… Hay gente a la que los temas tristes no le atraen, o simplemente no le tocan de cerca. Afortunados. Creo que para leer ciertos libros y disfrutarlos al 100% es necesario tener ya un recorrido vital. Lo que intento decir es que probablemente si hubiera leído Tanta gente sola a los 17 años, habría cosas que quizá no entendería, y ahora sí las entiendo.
Lo que comentaba antes de los temas que se tratan en los relatos (temas tristes), también tengo que matizarlo. Sí, es un libro triste, pero no es solamente un libro triste. Yo creo que, incluso cuando se habla de desgracias, pequeñas o grandes, o de gente que sufre, lo pasa mal y no puede ser o conseguir lo que quiere, hay un punto más melancólico que deprimente en todas las líneas. Además, también hay otros temas de fondo, o así lo veo yo, en algunos de los relatos. Por ejemplo, creo que también se habla de la voluntad de superación, de ver el lado positivo de la tragedia, de la grandeza de vivir cada día, las posibilidades que nos brinda la vida (ya se sabe, aunque nos dé una de cal y otra de arena…)… y en resumen, de que la vida tiene que ser – citando el título de uno de los relatos – «algo más que simplemente existir».

Es curioso, hay libros que leí ya hace tiempo y para los que me cuesta escribir una reseña, y en el caso de este, me pasa todo lo contrario. Podría estar toda la tarde comentándolo, diciendo lo mucho que me ha gustado. E incluso por qué me ha gustado, pero eso ya serían confesiones que no interesan a nadie, supongo. Ya digo que leer un libro así es una experiencia muy personal. Quizá a mí me ha tocado la fibra sensible y a otras personas les haya dejado bastante frías (impensable para mí, pero posible al fin y al cabo). Pero habiéndolo disfrutado tanto, habiendo devorado sus páginas, no puedo hacer otra cosa que recomendarlo hasta cansarme o hasta que se cansen los demás. Es más probable lo segundo.
Pero como esto es una reseña, o pretende serlo, os diré que el estilo es tal como se ve en los fragmentos que he puesto en cada uno de los relatos. Utilizando un lenguaje en apariencia bastante coloquial, Juan Bonilla construye párrafos que son como poesía en prosa. No cae en la pedantería en ningún caso, pero los textos están dotados de una fluidez que a la vez tiene complejidad. Buena combinación para mí. No ha sido fácil limitarme a seleccionar estos «pocos» fragmentos para ponerlos aquí, porque han sido muchas las ocasiones en que me he quedado impresionada con la precisión, sensibilidad y – sí, en ocasiones – sinceridad cruda con que Juan Bonilla disecciona las motivaciones y sentimientos de sus personajes. Los relatos, tal como veréis, tienen argumentos de lo más dispar, desde un concursante de «Saber y Ganar» que despierta las envidias de sus antiguos compañeros de clase, hasta un niño obsesionado con batir un récord, pasando por experimentos literarios. Hay un hilo conductor en todos los relatos, pero revelarlo sería traicionar la sorpresa que espera en sus páginas al lector y odiaría que alguien me lo hubiese dicho a mí antes de leerlo.
No voy a alargar más la reseña, simplemente pondré un breve comentario sobre cada relato y fragmentos que me han gustado especialmente. Quizá por ellos la conclusión que podáis sacar es que es un libro muy triste, pero no os dejéis guiar mucho por eso. Siempre me llaman más la atención los textos tristes, pero es cosa mía. En el libro reside, como he dicho, una voluntad de vivir, e incluso algo de optimismo (sobre todo al final de uno de los relatos) considerable. Juan Bonilla, además, emplea un sentido del humor muy suyo incluso en las situaciones más tristes.
Lo dicho, que lo recomiendo. Y ya está.
Ah, y buscaré más obras suyas porque me he quedado con ganas de más. Podría empezar por este, por ejemplo.
UN GRAN DÍA PARA TUS BIÓGRAFOS
En este relato, un poeta es contratado para viajar a un pueblo cerca de Sevilla y hacer una lectura de algunos de sus poemas. No está muy al tanto de cuál será su público o el tipo de acto que va a ser exactamente, y por eso se llevará una sorpresa cuando descubra que en realidad será una de las actuaciones en una despedida de soltera.
El relato nos cuenta cómo transcurre el viaje, desde una introducción a la vida de este poeta (autor de Verso Perverso y Prosa Porosa), hasta el descubrimiento de cuál es realmente su encargo, y la crónica de esa noche en la despedida de soltera.
Y de repente, el poeta se sintió ridículo. Era una sensación nueva (y se dio cuenta de que eso era lo verdaderamente ridículo, que fuera una sensación nueva, que nunca antes se hubiera sentido ridículo a pesar de que acumulaba muchas experiencias que podrían haberle hecho sentir así). Y se sintió ridículo porque empezó a pensar en la muchacha por la que estaba allí, empezó a preguntarse cómo sería…
TODOS CONTRA URBANO
En el relato vemos, desde la perspectiva de uno de sus hijos, la creciente obsesión de un padre con un concurso: «Saber y ganar». Hay un concursante que lleva encadenando victorias durante muchos programas y está incluso a punto de alcanzar un Récord Guiness. Lo que obsesiona al hombre es el hecho de que ese concursante fue compañero suyo de clase. Y el porqué del título radica en que en ese momento, cuando Urbano lleva tanto ganado y está a punto de batir récords, sus antiguos compañeros empezarán a presentarse al concurso para impedir que alcance la gloria.
Piensa en la tuya, me responde, seguro que hay un Urbano escondido en ella, esperando que cada uno de vosotros fracase en su vocación, no alcance lo que quería ser, se deje derretir día tras día en un trabajo que detesta, para aparecer de pronto y humillaros, diciéndoos sin decirlo: aquí estoy, yo he llegado, y vosotros tenéis que limitaros a admirarme, o a sentir rencor, que es una forma de admiración muy siniestra.
EL CROMO DE BORONAT
La primera mujer a la que hice llorar se llamaba Laura. Mucho tiempo después me acordé de ella.
Así empieza este relato, que nos aclara la relación que existe entre el sufrimiento que el protagonista causó a Laura, y el dichoso cromo de Boronat, único que le faltaba cierto año de su infancia para completar un álbum de cromos de fútbol.
FREGOLI
Relato del nacimiento y muerte de un amor, de las repercusiones de la ruptura en uno de los dos (por cierto, el poeta autor de Verso Perverso, años después del primer relato). Buen desarrollo, sorprendente.
Pensaba que algún día, en el extraño y estrecho futuro, me estaba esperando la intensa sensación de darme cuenta de repente de que hacía días que no me acordaba de Gabriela, de que no gastaba un segundo en preguntarme dónde estaría, con quién, cuántos otros se habían vuelto locos por ella hasta el punto de arrojarse desde una azotea…
ALGO MÁS QUE SIMPLEMENTE EXISTIR
Un niño, Gyo, que se gasta cada semana el dinero del bocadillo en el nuevo número de la revista Récords. A través de sus páginas, conoce las vidas y logros de personas que han hecho algo más que existir simplemente, que han hecho algo grande para ser recordadas. Muy tierno, como una metáfora de muchas otras cosas.
Aquella revista hablaba de sus héroes, estaba poblada por personajes que le suscitaban el deseo de ser como ellos, le señalaban un camino, una meta. La meta de ser alguien. Lo decía mejor que nadie el recordman de velocidad terrestre, Greg Breedlove: “Lo único que quería era hacer algo más que existir simplemente”. De eso se trataba sin duda, de hacer algo más que existir simplemente.
METALITERATURA
Desde el día en que, en el instituto, leí ese relato de Borges en el que se narra el encuentro del joven que fue con el viejo que será a la orilla de un río, y en el que el viejo le revela al joven muchas cosas acerca de lo que le espera en lo que para él ya es pasado aunque aún no ha acontecido para el otro, tuve la firme intención de plasmarlo en la realidad de alguna manera.
Este relato trata de los esfuerzos que el protagonista hace para convertir en realidad, en forma de experimento, un relato de Borges, este relato de Borges. La premisa es muy interesante y la historia, en mi opinión, está a la altura. Me encantaron las reflexiones del protagonista sobre sus motivaciones para hacerlo, y las posibilidades y posibles consecuencias de su experimento.
EN LA AZOTEA
Relato sobre un programa que retransmite casos reales, en este caso el de un suicidio adolescente. Felicidad Azurmendi tiene 15 años, va a suicidarse tirándose desde la azotea de un edificio y un programa de televisión tiene constancia del hecho. Pero no van a retransmitirlo simplemente, sino que hay todo un tinglado montado para, sin ella ser consciente de que es la protagonista de un programa de televisión, disuadirla de su propósito. Con bastante humor y mala leche, se habla de por qué vivir o decidir no hacerlo. Buen final.
Se acogerían a la socorrida razón metafísica – no hay respuestas para qué estamos haciendo aquí, muchachos, es lo que hay -, la insoportable levedad del cero o no ser, o aceptarían, sencilla, humildemente, que la muchacha había descubierto precozmente que la vida, para qué vamos a engañarnos, no va en serio y tanto da morirse a los quince que a los setenta y cinco: las olas del tiempo lo anegarán todo, ahogarán todo lo que fue, igualando a unos y a otros.
ALMA CARGADA POR EL DIABLO
Celos retrospectivos, eso es lo que le ocurre al protagonista de este relato. Se pone celoso de un tal Sandro, un italiano ex de su actual novia, Alma. Y como los celos son muy jodidos, pondrá en funcionamiento toda clase de estratagemas para averiguar si tiene razón para sentirlos.
Me atacó el demonio de los celos retrospectivos de tal manera que nuestra relación estuvo a punto de naufragar una y otra vez: finalmente conseguíamos que nuestra barcaza recobrara su rumbo y cabalgara las olas de la tempestad hasta llegar a una nueva balsa de mar apacible, pero íbamos acumulando mareos en la singladura por culpa de aquel nombre (por culpa del efecto que aquel nombre producía en mi interior). Sandro Amatisti.
EL LECTOR DE PEREC
Otro experimento literario. En este caso el protagonista colecciona de forma casi obsesiva ejemplares de segunda mano de la obra Je me souviens, de Georges Perec (publicado en 1978). Lo que busca es recopilar los “Me acuerdo de…” que al final han escrito a mano los anteriores dueños de esos libros. De esa manera irá construyendo recuerdos que no son suyos, una personalidad de alguien diferente a él…
Realmente he puesto varios fragmentos de este porque ha sido mi favorito. ¿Por qué? Pues porque es el broche perfecto y es donde se nos revela una conexión que ha estado ahí todo el libro. Y por el relato en sí mismo, claro. Buenísimo.
La pregunta primordial, al leer todos aquellos agregados que alargaban el librode Georges Perec, era: ¿puede uno hacerse una idea de qué tipo de persona es la que ha escrito una ristra de “me acuerdos”? ¿Puede uno hacerse una idea de qué tipo de criatura fue el propio Georges Perec con este libro imposible?
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La historia de cualquier hombre, decía Nabokov en el arranque de su espléndida Risa en la Oscuridad, cabe en el espacio blanco de una lápida. Una lápida, eso era fundamentalmente Je me souviens.
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Así que puede que lo que Georges Perec nos dijera con su ristra de “me acuerdos” no fuera otra cosa que: nadie puede ser yo como yo lo he sido, sólo quienes se acuerden de todo esto de lo que yo me acuerdo, aquellos que tienen mi edad, vivieron mi época y en mi país, pueden ser yo sin imposturas, formamos eso que se llama una generación, y ellos y yo tendremos algo en común: pertenecemos a un tiempo y un espacio determinados y perfectamente definidos por banalidades como las mencionadas en estos “me acuerdos”, en la caótica historia que nos contiene a todos.
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Pensé que en el experimento tal vez sobrara yo, tal vez faltara alguien que no estuviese “tan construido”, que no tuviera ya hechos sus gustos y trazadas sus simpatías: eché de menos al adolescente que fui, aquella esponja que podía pasar de Henry Miller a Torcuato Luca de Tena sin pedirse explicaciones a sí mismo, como podía pasar de enamorarse de una golfa encantadora conocida en una ancha madrugada y en una estrecha taberna a encenderse con las cursilerías de una niña mona…
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No, no hay vida que quepa en una novela, y desde luego que no, que en una lápida no cabe nada, a no ser que se piense que uno no es más que un nombre propio y dos fechas metidas en un paréntesis. (…) Yo creo que la vida es lo suficientemente grande, milagrosa, misteriosa, cruel, excesiva, que no cabe, no te digo ya en un poema o en un libro de poemas: no cabe en toda la poesía que se haya escrito o compuesto desde los primeros gruñidos de un neandertal hasta el desenfrenado vómito que anoche escribió un adolescente para combatir la necesidad de estar solo y ser un incomprendido. No cabe, no está ahí la vida…
Título: Tanta gente sola
Autor: Juan Bonilla (Biografía en MB Agencia Literaria)
Número de páginas: 224
Año de publicación: 2009
Editorial: Booket (Seix Barral)
ISBN: 9788432250958
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Una reseña muy interesante. Yo acabo de leer Prohibido entrar sin pantalones (me gustó mucho el título cuando lo vi) y me ha parecido una bomba. Es increíble. No entiendo por qué no es uno de los escritores que salen en la tele. Este escritor se merece que le presten más atención.