Este libro en realidad lo empecé a leer hace un montón de años. No lo terminé en aquel momento, la verdad. Uno de los motivos es que era joven y creo que aún no sabía apreciarlo o entenderlo del todo. Otro de los motivos es que mi hermano lo hizo «desaparecer» de mi estantería.
Pero voy a intentar comentarlo/reseñarlo a pesar de que me parece una tarea muy difícil. Este es uno de esos de los que todo el mundo habla, y da la impresión de que no todos los que hablan de él lo han leído. En realidad leérselo no es una gran cosa – es muy cortito, menos de 100 páginas – pero está lleno de grandes verdades. La mayoría son de sentido común, es cierto, otras dan para pensar un buen rato… Es un manual de la guerra (al menos la guerra de hace un par de milenios, que poco tenía que ver con la de ahora), y lo más socorrido es decir que también es un buen manual para hacer negocios. No digo que no lo sea, claro, pero en realidad decir eso está muy trillado, y como todos sabemos, no siempre se pueden llevar esos consejos a la práctica en nuestro día a día laboral. Aún así, es una lectura interesante, no tan entretenida como instructiva, y que como ya digo, da qué pensar.
El arte de la guerra es un libro que me resultó relativamente difícil de leer. Su estilo, lógicamente, es anticuado en ciertos aspectos. Y aunque hay fragmentos – muchos – que son de aplicación casi universal, hay otros que sí se refieren a una guerra tradicional tal

como se entendía hace muchos siglos. La estrategia es algo que aplicamos a muchos aspectos de nuestra vida, y este libro es eso, ni más ni menos, un manual de estrategia. Es cierto que no nos dice nada que no nos pueda decir nuestro propio sentido común, pero ¿no es cierto también que a veces parece que nos falta un poco de eso? Por eso mismo no me parece que esté de más echarle un ojo al libro y pensar un poco en los consejos que nos da.
No digo que haya que tratar cualquier situación o eventualidad de la vida como una pequeña batalla o las relaciones de cualquier tipo como guerras, pero seguro que si aplicáramos una manera de pensar racional a nuestro día a día, nos iría bastante mejor. En resumen, que tengo que decir que para mí ha sido una lectura enriquecedora y marqué un montón de fragmentos y frases para luego ponerlos en esta reseña (y para conservarlos para mí). El libro es lo bastante ambiguo y concreto a la vez para que tantos siglos después lo que contienen sus páginas siga conservando su vigencia.
Os dejo algunas frases o fragmentos que me llamaron la atención mientras leía… ¿Y vosotros, lo habéis leído, consideráis que son prácticas sus máximas, o aplicables a la vida diaria?
FRAGMENTOS INTERESANTES
Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos rivales, con vistas a determinar el resultado de la guerra.
El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el terreno; el cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina.
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El arte de la guerra se basa en el engaño.
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En consecuencia, un general inteligente lucha por desproveer al enemigo de sus alimentos.
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Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria y no la persistencia. Esta última no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí mismo.
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Nunca debe atacarse por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan.
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Un maestro experto en las artes marciales deshace los planes de los enemigos, estropea sus relaciones y alianzas, le corta los suministros o bloquea su camino, venciendo mediante estas tácticas sin necesidad de luchar.
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Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás. La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.
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Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva de ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia ti es la probabilidad de sufrir daños. Cuando los adversarios están en posición favorable, debes cansarlos. Cuando están bien alimentados, cortar los suministros.
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Si no puedes ser fuerte, pero tampoco sabes ser débil, serás derrotado.
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Evita el combate que no puedas ganar.
El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.
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Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.
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Los guerreros superiores atacan mientras los enemigos están proyectando sus planes. Luego deshacen sus alianzas.
Por unas cosas o por otras siempre lo he tenido como opción para leerlo y nunca lo he hecho, espero claudicar para bien y leerme al menos algunos capítulos y que sea mucho más que un puñado de sentido común y buenas frases.
Estoy de acuerdo en que mucha gente se las da de habérselo leído y tararí de La Habana…
¿Te quieres creer que ni me lo terminé? El general Perogrullo terminó por resultarme muy cansino, igual es que todas las obviedades están al principio, y no llegué a donde están las grandes revelaciones de la vida…
Y desde luego, los «hombres de negocios» que lo citan como su libro de cabecera son unos flipados de cuidado. Pero claro, viste mucho.
En fin, como dices tú, al final es practicar el sentido común, que falta hace!
Besos!
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Llevo toda la vida escuchando hablar de este libro, pero siempre se me cruzó alguna otra lectura interesante por delante. Creo que -como apunta N-, parece uno de esos libros que cogen renombre más por comentarios de flipados que por virtudes «reveladoras» excepcionales.
Huele bastante a esa equidistante mentalidad tan oriental 🙂
Un abrazo.
Me encanta este libro, nunca lo he leído de un tirón, sino a fragmentos y es delicioso
Yo lo leí, pero pensaba que iba a ser más táctico, menos -como dice otro de los que comentarios- obvio. Es muy genérico, no es que no me gustase, es que quizá no me emocionó. También es verdad que yo soy más de la paz que de la guerra y lo de ejecutivo agresivo no va conmigo. Este libro seguro que lo usará Mouriño como su libro de cabecera.