Reseñas de libros leídos 2011 (20): Vía Revolucionaria, de Richard Yates

Título original: Revolutionary Road
Autor: Richard Yates
Año de primera publicación: 1961
ISBN: 978-84-204-6810-5
Editorial: Santillana
Número de páginas: 376 páginas
Más información en: Casa del Libro
Leído en… español
Dedicatoria:

Para Sheila

Los protagonistas del libro son Frank y April Wheeler. La novela arranca con un estupendo modo de meternos en situación. Entre los vecinos de la zona, todos no profesionales, han conseguido organizar una obra de teatro para mostrarla al público. La elegida es El bosque petrificado y April Wheeler interpreta un papel protagonista. Pronto queda de manifiesto que los actores, aún como aficionados, no valen gran cosa, e incluso April, que tiene preparación en arte dramático, acaba cayendo en la inercia de mediocridad de la obra. Todo lo vemos a través de los ojos de Frank Wheeler, el marido, que si bien había visualizado otro resultado, ahora debe enfrentarse a la verdad: la obra no ha salido bien y su mujer se siente frustrada. Este es el punto de partida de la novela.

Los vecinos de Revolutionary Road, según se cuenta a lo largo del libro, son gente muy normal. Personas trabajadoras y felices, con niños, alegres e integrados totalmente en el sistema. Y nuestros dos protagonistas también lo son. Dos niños, una bonita casa, él tiene un trabajo en la ciudad… pero pronto estalla la crisis. Eso no es lo que habían planeado, esa vida no es la que querían para ellos. Ellos son diferentes a sus vecinos, ellos son mejores y más especiales. ¿Y qué deben hacer? Él insiste en decir que su trabajo no le llena y solo es una forma de ganar dinero, ella alimenta sueños mientras se queda en casa cuidando a los niños. Y los años van pasando. A veces comparten alguna velada con sus vecinos, los Campbell, que tienen también unos cuantos niños pero no mucho en común con los Wheeler. Juntos, los dos matrimonios se dedican a hablar de la vacuidad de la sociedad y de lo estrechos de miras que son los demás.

Y esa es la historia, tan lo de siempre pero a la vez algo nuevo. Y es que todo lo largo que es el libro, vamos a profundizar y conocer más al matrimonio, y también a cómo interactúan con los vecinos y sus conocidos. Tenemos unos cuantos secundarios interesantes ahí. Por un lado, otros matrimonios, los Campbell y  los Givings, cada uno con sus miserias personales. Están los compañeros de trabajo de Frank, las situaciones que vive allí, fuera de casa, con otras personas y en otro ambiente. Está el hijo de los Givings, John, que sus padres han mantenido como un misterio y que realmente sufre un transtorno psiquiátrico. A medida que pasan las páginas, veremos cómo la atención se centra en unos u otros personajes, pero sin nunca perder de vista a los dos Wheeler.

Hay magnetismo en los personajes. Lo que vemos, e incluso lo que no vemos, nos atrapa irremisiblemente para seguir con la lectura. Lo mucho que se prepara Frank para que los demás vean esa imagen de él mismo que él quiere que vean, y no a él mismo. Y tanto busca proyectar su imagen, que a veces ni él sabe qué siente y quién es. La frustración de April, y cómo imaginamos que pasa los días en que la narración nos muestra solamente a Frank. Los deseos ocultos de Shep Campbell y los sentimientos ambivalentes que tiene con respecto a su mujer, Milly. El ansia de aparentar una vida feliz y plena de la señora Givings, que en realidad convive con un marido indiferente y la realidad de un hijo internado en un sanatorio mental. Los niños Wheeler, en tantas ocasiones ignorados por sus padres, pero que perciben los cambios que se llevan a cabo entre sus padres. Los compañeros de Frank, Maureen… todos son importantes y forman parte de un todo que se va desgranando y se nos presenta como un camino hacia un final que no nos dejará indiferente. Todo tiene un porqué, y el porqué de ese final es lo que ocurre en el resto de la novela, aquí más que en cualquier otra.

La forma de narrar es muy descriptiva, ahondando en las sensaciones y pensamientos de los personajes (principalmente Frank Wheeler), o a veces cambiando el punto de vista al de otras personas. Los protagonistas siempre son los Wheeler, por supuesto, pero a veces contemplamos su realidad a través de los Campbell, o de los Givings, para finalmente tener el mosaico complejo de dos personas desencantadas y un matrimonio que se sostiene a duras penas. Problemas como la falta de sinceridad, los sueños rotos, el «querer parecer» frente al «ser» a secas, la frustración y la realidad que nos engulle como individuos, son centrales en la novela. También el paso inexorable del tiempo y los problemas cotidianos que se interponen entre las personas y sus grandes deseos, e incluso el planteamiento de cuánto de realista o de válido tienen esos grandes deseos. O si la perspectiva de cumplirlos conlleva la felicidad.

Me lo he terminado en pocos días, a pesar de que últimamente no leo tanto como antes, es difícil dejar el libro. Tiene una narración ágil, no dejan de pasar cosas y mantiene el interés. Y todo está salpicado de unos diálogos brillantes. En resumen, narra a la perfección el corazón podrido del sueño americano en plenos años cincuenta. Y a pesar de eso, da la impresión de que sigue muy vigente.

Y hay una película que se basa en esta novela, del 2008 y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet y con el mismo título del libro, Revolutionary Road. Intentaré verla y comentarla en cuanto me sea posible.


FRAGMENTOS DE LA NOVELA

Todos estaban de acuerdo, y la feliz conclusión era que solo ellos, las dos parejas, estaban dolorosamente vivos en una cultura narcotizada y moribunda. Había sido en respuesta a aquella provocación, a aquella soledad, como había surgido la idea de los Laurel Players.
—–
– Sé lo que dije. Pero pensaba que tú no estabas escuchando, ¿sabes? Ponías cara de aburrida.
– Y lo estaba. Es un poco lo que trato de decirte. No creo que haya estado nunca tan aburrida y harta y deprimida como ayer por la noche. Y, encima, la historia esa del hijo de Helen Givings, y cómo nos lanzamos todos encima como perros sobre un pedazo de carne; recuerdo que te miraba y pensé: «Dios, ojalá se callara de una vez». Porque todo lo que decías se basaba en esa gran premisa de que nosotros somos superiores y especiales, y me daban ganas de decir: «¡No es verdad! ¡Fíjate bien! ¡Somos iguales que la gente de la que estás hablando! ¡Somos esa misma gente de la que estás hablando!» Sentí, qué se yo, desprecio hacia ti, porque no te dabas cuenta de que todo era una gran falacia. Y esta mañana, cuando te has ido, cuando bajabas en el coche hacia la curva, vi que te volvías para mirar la casa como si fuera a morderte. Te veía tan desdichado que casi me pongo a llorar, y luego me he sentido más sola que nunca y he pensado: Vamos a ver, ¿cuándo empezó a ir todo tan mal?
—–
– Está bien – dijo-. ¿De qué te apetece hablar?
April había terminado con la vajilla y vaciado el agua del fregadero. Ahora estaba enjuagando el trapo y no volvió a hablar hasta que lo hubo colgado de su gancho, tras estrujarlo bien. Luego se apartó del fregadero y se volvió para mirarlo por primera vez. Parecía asustada.
– ¿Te daría igual no hablar de nada? -preguntó-. ¿No podríamos dejar pasar los días tal como vienen, sin tener la sensación de que hemos de hablar de algo continuamente?

5 comments

  1. Hola, quizás os interese saber que tenemos una colección que incluye el relato 'Oh, Joseph, I’m So Tired' de Richard Yates en versión original conjuntamente con el relato 'A Small, Good Thing' de Raymond Carver.

    El formato de esta colección es innovador porque permite leer directamente la obra en inglés sin necesidad de usar el diccionario al integrarse un glosario en cada página.

    Tenéis más info de este relato y de la colección Read&Listen en http://bit.ly/ndSymF.

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