Reseñas de libros leídos en 2010 (3): Donde los ángeles no se atreven, de Allen Steele



Autor: Allen Steele
Título original: Where angels fear to tread (+ The death of the Captain Future)
Número de páginas: 130
Editorial: Grupo Ajec
ISBN: 978-84-96013-67-4


SINOPSIS: 

En Donde los Ángeles no se atreven asistimos al viaje de dos crononautas del siglo XXV, presentes en el vuelo del Hinderburg en 1937. Inadvertidamente desestabilizan el viaje del dirigible permitiendo que tome tierra con éxito.
En La muerte del Capitán Futuro, un relato homenaje a la famosa serie de Edmon Hamilton, Rohr Furland toma un empleo en un carguero espacial pilotado por el Capitán Futuro, un personaje inmaduro y ligeramente insano, obsesionado por las novelas pulps de los primeros años del siglo XX.

Este libro me lo compré un día trasteando por la web de Casa del Libro, en una de esas promociones de gastos de envío gratis, en esos planes de «a ver qué cosas nuevas hay por ahí». La cosa es que estuve dando un repaso a la sección de ciencia ficción y me encontré con este libro.

Compuesto por dos relatos largos del autor (se ha titulado el libro con el título del primero), no llega a ser más que un libro corto con ciento y pico páginas, que se lee bastante rápido. Hay que destacar, y también fue uno de los factores por los que lo compré, que los dos relatos ganaron en su día el Premio Hugo, uno de los más prestigiosos premios en el género de ciencia ficción.
El relato «Donde los ángeles no se atreven» trata sobre viajes en el tiempo y las consecuencias y posibles errores en ellos. Un relato correcto de ciencia ficcióne, entretenido y dinámico. El segundo, «La muerte del Capitán Futuro», es un homenaje al personaje, supongo que muy famoso en Estados Unidos en cierta época, pero que a mí me resulta totalmente ajeno. Aún así, pude sentir casi simpatía por el patetismo de un personaje con aires de grandeza y complejo de superhéroe.

En los dos relatos, como digo, se puede encontrar la ciencia ficción más clásica mezclada con un sentido del humor bastante irónico. Aún así, entre las cosas raras que iba encontrando en la traducción (que en general no está mal pero tiene palabros y cosas raras que dañan la vista), y que sobre el tema he leído mejores cosas, no me ha marcado demasiado el libro. No digo que sea malo, al contrario, es bueno y me ha entretenido, pero tampoco ha sido «El Libro»… no sé.

Para despedir esta reseña, los dos primeros párrafos de «Donde los ángeles no se atreven». He decidido que quizás es más representativo poner dos párrafos que buscar y rebuscar cuales son las mejores frases. Al fin y al cabo, y supongo que muchos lo hacéis, al decidir si compro un libro leo las primeras líneas y también algunas páginas al azar. No precisamente las mejores frases.

Jueves 15 de enero de 1998, 11:12 p.m.:

Cuando el asunto del Lago Center HIll llegó a su fin, después de que las agencias correspondientes archivaran todos los informes y los diversos subcomités mantuvieran audiencias a puerta cerrada; después de asegurarles a todos los que disponían de la autorización pertinente que la situación, aunque no completamente resuelta, al menos ya no era crítica… justo entonces, mirando en retrospectiva el curso de los acontecimientos, Murphy llegó a darse cuenta de que, en realidad, todo había comenzado la noche anterior, en el Bullfinch de la Avenida Pennsylvania.

El Bulfinch era un venerable bebedero de Capitol Hill, ubicado, en una dirección, a unas tres manzanas del Edificio Rayburn y, en la otra, a una caminata de distancia de uno de los vecindarios más infestados de delincuencia de Washington. Era el lugar preferido por los auxiliares del Congreso para almorzar y en la hora feliz lo invadían los periodistas, pero al anochecer se transformaba en la guarida post-oficina de los empleados federales de una decena de departamentos y agencias diferentes. Después de doce horas de trabajo, con las camisas manchadas de sudor y las tripas llenas de comida basura, emergían de Comercio y de Agricultura y de Justicia y recorrían el trayecto hasta el Bullfinch para beberse unas cuantas rondas con los muchachos antes de marchar a los trompicones hasta la estación Capitol South para coger el siguiente metro a los suburbios de Maryland y Virginia.

2 comments

  1. S., ya, es una putada, parece que cuando falta el tiempo lo primero que dejamos de hacer es leer… putada, espero que pronto puedas leer cositas. El libro no está mal.

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