Aunque se ha escrito mucho de ellos, se sabe muy poco de la verdadera naturaleza de los yinn, esas criaturas hechas de fuego sin humo.
Es curioso que el día que me pongo a escribir una reseña de las muchas que tengo pendientes, sea con el libro que terminé de leer ayer mismo. Por la noche, añado. Supongo que tiene que ver el hecho de que quiera verter mi opinión en el blog teniendo todavía frescas las últimas palabras; también influye que me ha dejado muy buen sabor de boca.
El porqué del título es sencillo, esos dos años, ocho meses y veintiocho noches equivalen a las míticas mil y una noches. Como una interpretación libre de aquellas, en este libro campan a sus anchas las criaturas fantásticas (concretamente, los yinn), y ocurren todo tipo de acontecimientos extraordinarios. Es la narración de ese periodo, que fue el tiempo exacto que duró la Era de la Extrañeza. No es un spoiler si cuento que toda la narración se centra en una guerra entre dos razas muy diferentes. Durante la Era de la Extrañeza, tal como se cuenta, un grupo de yinns malignos abandonó su morada habitual, el Peristán, para atormentar y esclavizar a la Humanidad. Este es el centro de toda la historia, a la que se podría calificar de fantasía realista, o realismo fantástico, una especie de fábula donde los yinn conviven con los humanos, y por lo tanto, todo es posible.
(…) su madre, (…) le dio un regalo de despedida: un trozo cuadrado de gamuza doblado en forma de sobre y atado con un lazo escarlata.
– Esta es tu ciudad – le dijo -. Nunca abras este paquete. Tu hogar irá siempre contigo, a salvo aquí dentro, allá donde te conduzcan tus pasos.
De modo que él llevó Venecia enciam por todo el mundo hasta que le llegó la noticia de la muerte de su madre. Aquella noche bajó la gamuza doblada del lugar donde la tenía guardada y deshizo el lazo escarlata, que se le desmenuzó entre los dedos. Abrió el sobre de gamuza y se encontró con que no había nada dentro, porque el amor no tiene forma visible. En aquel momento, el amor, esa cosa sin forma e invisible, se escapó revoloteando a las alturas y ya no pudo sentirlo jamás. También la idea de hogar, de sentirse como en casa en el mundo, estuviera donde estuviera, también aquella ilusión se esfumó.
De hecho, una de las protagonistas de la historia es una yinnia, la Princesa Centella por su dominio de los rayos. Dunia es el nombre humano con el que se autodenomina esta yinnia, cuya mayor virtud y a la vez su mayor defecto es que ama demasiado a los humanos. Por amor, se hace pasar por mortal y engendra muchos hijos de un filósofo – Ibn Rushd es su nombre, aunque si digo que se llamaba Averroes quizá suena más a todos – en el siglo XII. Es ahí donde empezamos a ver que todo lo que creíamos saber sobre genios (no mucho en mi caso) era incorrecto, una versión simplificada (Disneyzada, si queréis) de lo que en las leyendas originales son estos seres. Los genios, o yinns, son libres, demasiado poderosos para obedecer un amo, no se rigen por las leyes humanas, les encanta el sexo, se pirran por las cosas brillantesy los hay más anárquicos y más racionales, así como algunos aman a la humanidad, y otros la desprecian. Obviamente Dunia está en el primer grupo, y tanto ama a la humanidad que engendra muchos hijos, que a su vez son origen de muchas generaciones de descendientes con parte de sangre de yinn y sin lóbulos en las orejas… Un grupo de personas conocidos como la Duniazada por su antepasada.
Siendo Salman Rushdie el autor, podemos esperar que esta fábula contengan más de una alegoría, y el simbolismo o la crítica explícita están en cada página del libro. Es frecuente que los personajes discutan sobre conceptos complejos como la Razón, la Conciencia… y por supuesto Dios. Ya muy alprincipio encontramos a Dunia teniendo charlas nocturnas con su marido sobre estos temas.
– Los milagros – dijo Ibn Rushd – se dan cuando Dios cambia las reglas con las que quiere jugar, y si nosotros no lo entendemos es porque en última instancia Dios es inefable, es decir, está más allá de nuestra comprensión.
Ella se volvió a quedar callada.
– Pongamos por caso – dijo por fin – que Dios no existiera. Pongamos por caso que tú me convences de que la «razón» y la «lógica» y la «ciencia» poseen una magia que hace innecesario a Dios. ¿Puede uno suponer siquiera que sería posible suponer algo así?
Dunia sintió que al filósofo se le ponía rígido el cuerpo. Ahora era él quien tenía miedo de sus palabras, pensó ella, y le produjo un placer extraño.
La frontera entre los dos mundos, el terrenal y el de los sueños (el Peristán) está abierta al principio de la narración, durante muchos siglos y hasta la llegada de la Era de la Extrañeza. Eso ocurre muchas generaciones después de la estancia de Dunia en la Tierra, y se desencadena una gran tormenta sobre la ciudad de Nueva York. A partir de ahí comienzan los extraños sucesos. Otro de los protagonistas es un descendiente de Dunia, un jardinero anciano que un día comienza a flotar, negándole su cuerpo el contacto con el suelo; otro es un novelista gráfico frustrado cuya creación de cómic – Natraj Hero – cobra vida y se enfrenta a él en su dormitorio; un bebé que es capaz de detectar la corrupción en las personas que tiene a su alrededor. Aparte del jardinero, todos los demás son miembros de la Duniazada y no lo saben, pues hay siglos entre su antepasada yinnia y ellos.
Los otros protagonistas serán los yinns oscuros, los que buscan destruir la humanidad y sembrar el terror en la Tierra a la vez que sacan el máximo provecho de la situación. Ya he dicho que es una fábula, las alegorías y los símbolos se esconden en una escritura por lo demás recreativa y que quiere divertir y entretener. Así que yo la definiría como profunda en fondo, a la par que ligera en forma. Suena contradictorio, pero creedme, no lo es. Y no estoy diciendo que el estilo de la novela sea precisamente fácil, pero sí lo calificaría de juguetón, ligero, una narrativa que busca entretener y ser cómplice del lector a la vez que va colando temas bastante complejos en el fondo de toda la historia.
Es necesario hablar brevemente de la extrema pereza de los grandes yinn. Si uno quiere entender cómo es posible que tantos de estos espíritus extremadamente poderosos acaben capturados tan a menudo en botellas, lámparas y objetos similares, la respuesta es la enorme indolencia que invade a un yinni después de que haya realizado más o menos todos los actos posibles.
Insisto en que aunque es un libro bastante ligero y asequible, por momentos puede ser denso. No es corto, algunos fragmentos pueden ser bastante descriptivos, y por tanto uno a veces tiene la sensación de que no sabe a dónde va la historia. Aunque no lo considero un libro perfecto por estos motivos, creo que esos matices no enturbian la experiencia lectora que he disfrutado con esta nueva obra de Rushdie.
Y es que es un mago de la fantasía, ese mundo mágico y a la vez tan real que es capaz de explicarnos. Toda la Era de la Extrañeza nos la cuenta un narrador sin identificar, se supone que de un futuro remoto (mil años después), de un tiempo totalmente diferente y que lo ve como Historia y a la vez Leyenda. Dunia, Geronimo, Teresa… todos los protagonistas forman parte de esa Historia, de esa Leyenda. Y es ese aire de cuento y leyenda el que más me ha gustado, ya que le da un matiz como de historia de antes de ir a dormir, algo con lo que uno se siente cómodo y feliz. La escritura de Rushdie, también, se caracteriza por sus florituras, por su aire poético, siempre me ha parecido un estilo único en otras obras; aquí ese aire tan especial está totalmente presente.
Porque eso mismo son los relatos: experiencias contadas de nuevo por muchas lenguas a las que a menudo damos un nombre único, Homero, Valmiki, Vyasa, Sherezade. Nosotros, por nuestra parte, nos llamamos a nosotros mismos simplemente «nosotros». «Nosotros» somos la criatura que se cuenta historias a sí misma para entender qué clase de criatura es.
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Esta es una historia de nuestro pasado, de un tiempo tan remoto que a veces no tenemos claro si lo deberíamos llamar Historia o mitología. Algunos lo llamamos cuento de hadas. Pero en una cosa estamos todos de acuerdo: contar una historia del pasado comporta también contar una historia del presente.
Todo en el libro me ha parecido poco convencional, divertido, cuenta la guerra sin detenerse en la desgracia, es casi aséptico o incluso divertido sin omitir la tragedia. Como he dicho antes, juega con la historia y con el lector, nos convierte en cómplices de la fábula y a la vez utiliza el recurso de esas «personas del futuro» para darle sentido o intentar buscar explicaciones a ciertos comportamientos o actos de los protagonistas. Me ha parecido una estrategia y una vuelta de tuerca muy interesante, este punto de vista de la búsqueda de la comprensión.
Pero como digo, al margen de su peculiar y bello estilo narrativo, Rushdie nos da algunas piezas para masticar y pensar. Es un libro divertido, muy divertido… pero también reflexivo, sobre todo al final. Lo he apreciado y disfrutado de manera muy positiva por esas dos facetas.
Al inicio de todos los amores siempre hay un pacto privado que cada uno de los amantes hace con él o con ella misma, un acuerdo para dejar de lado los defectos del otro y concentrarse en las cosas buenas. El amor es la primavera después del invierno. Viene a curar las heridas de la vida, infligidas por el frío indiferente. Cuando nace la calidez en el corazón, las imperfecciones en el ser amado son como nada, menos que nada, y no cuesta nada firmar el pacto secreto con uno mismo. La voz de la duda queda acallada. Más tarde, cuando el amor se enfría, ese pacto secreto nos parece una locura, pero de serlo, es una locura necesaria.
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(…) de que había gente, entre la que él se contaba, que ansiaba que el mundo de los sueños y la imaginación se volviera parte de sus vidas cotidianas, que esperaba confiadamente ser capaz de convertirse en algo prodigioso, sacudirse de encima el polvo de la banalidad y elevarse, renacida, a su verdadera naturaleza milagrosa.
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Estamos felices. Encontramos placer en todas las cosas. Los automóviles, la electrónica, los bailes, las montañas, todas esas cosas nos dan alegría. Caminamos cogidos de la mano hacia el embalse y los pájaros vuelan en círculos, y todo ello, los pájaros, el embalse y la mano que coge a la otra mano, todo nos da alegría.
Pero las noches pasan en silencio. Pueden pasar mil y una noches, pero pasan en silencio, como un ejército de fantasmas cuyos pasos no hacen ruido, desfilando invisibles por la oscuridad, sin ser vistos ni oídos, mientras nosotros vivimos, envejecemos y morimos.
La mayoría estamos contentos. Vivimos bien. Pero a veces desearíamos que regresaran los sueños. A veces, como no nos hemos librado por completo de la perversidad, echamos de menos las pesadillas.
Autor: Salman Rushdie
Título original: Two Years Eight Months and Twenty-Eight Nights
Año publicación: 2016
País del autor: UK-India
ISBN: 9780812998917
Número de páginas: 396
Dedicatoria: A Caroline