Durante un tiempo pensé seriamente en sustituir la cama donde duermo por una mesa de trabajo. Sobre la mesa figuraría un marco con la fotografía de mi esposa y de mis hijos, en la pared, elegantemente enmarcada, estaría mi licencia de investigador privado.
Luego decidí que dormir en una mesa de trabajo era poco digno. Y recibir tendido en la cama a un tipo que viene a contarte que sospecha que su esposa visita camas ajenas puede crear asociaciones mentales incómodas. Pero es que mi casa no da para más.
Me gusta comenzar las reseñas de libro diciendo cómo llegué a conocer el libro. En este caso, no puedo hacerlo. Estaba en mi Kindle, supongo que porque lo compré en algún momento, animada por alguna buena opinión, recomendación o reseña. Sea como sea, en buena hora terminé haciéndome con él, porque me ha gustado mucho.
El protagonista de esta historia es Atila (“rey de los hunos”, suele añadir él cuando alguien le pregunta si es el poseedor de ese nombre), Atilano para ser más exactos, un detective privado venido a menos después de que lo despidieran de la agencia en que trabajaba. Un escándalo que incluía alcohol, putas y que también le costó el matrimonio. Mabel, su ex mujer, sigue estando presente en su vida, y no solo porque él debe pasarle una pensión mensual, sino porque le llama frecuentemente para contarle sus penas. Sin embargo, a Atila no le faltan mujeres, pues al comienzo del libro nos pone al corriente de su situación sentimental: tiene una especie de relación con Lena, novia del dueño del locutorio donde le permiten tener al detective una especie de oficina/despacho en la mesa del fondo. La mentira forma una parte muy importante de la vida de nuestro protagonista. Miente junto con Lena para que el novio de ella lo admita, diciendo que es primo de ella. Miente a sus clientes con una foto de una familia falsa sobre su mesa. Se miente a sí mismo con respecto a sus expectativas y su adicción al alcohol. Vamos, que a este antihéroe marginal no le falta de nada para ser el protagonista perfecto de una novela negra, que es lo que tenemos entre manos.
Otro asunto es el entorno. Atila se mueve con comodidad en el barrio del Raval de Barcelona, sin desentonar demasiado con toda la fauna de inmigrantes – legales e ilegales -, putas, drogadictos, chulos y gente de mala vida que por allí se mueve. Durante el libro conoceremos a través de sus actividades a varios de ellos: a putas que venden información a buen precio, a gitanos que venden armas sin papeles de por medio y no siempre todo lo «limpias» que deberían, a gerentes de puticlubs, a matones de diverso nivel… El antiguo barrio chino, que las autoridades en algún momento renombraron El Raval, es a la vez hogar y base de los negocios de Atila, y escenario casi principal durante toda la novela. Es un aliciente leer sobre lugares y calles que más o menos conozco, y aunque el énfasis está puesto en lo oscuro y lo ilegal, parece una postal cierta y deprimente de los bajos fondos de la ciudad condal. Atila es un tío pesimista, un tío que necesita casi todos los días algo de whisky (en general, del que puede permitirse, o sea, del malo, concretamente VAT 69) para poder dormir, y también para poder despertarse. Es un detective que podría ser más eficaz, que podría ser menos torpe, pero que al fin y al cabo no va muy desencaminado en sus movimientos.
Mala Hostia está dividido en dos partes, y adicionalmente tiene una “Coda a modo de epílogo”. Las dos partes ocupan casi toda la extensión del libro, la coda nos informa de la situación de Atila al final del libro. Durante toda la narración es él mismo quien nos cuenta todo lo que ocurre desde su punto de vista y en primera persona, algo que me parece que va muy bien para este tipo de historia y que además está muy bien llevado, haciéndonos sentir cercano y conocido al personaje. Me ha parecido una novela muy dinámico, muy entretenido, sucia y oscura como debe ser una novela negra, aunque sin caer en lo soez ni recurrir a recursos fáciles. Atila es un buen personaje, un perdedor que a ratos es bastante entrañable y en otros momentos puede ser un verdadero hijoputa. Autocompasión y alcohol corren por sus venas en abundancia, y seguro que si leéis el libro no os costará agobiaros y sentiros mierda, un poco para empatizar con él.
Mala Hostia es el primero de tres libros que tienen como protagonista a Atila. Los otros dos son Un buen lugar para reposar (2012) y Ruido de Cañerías (2012). Seguramente no tardaré en leer los siguientes porque este me ha encantado.
Sobre el autor: Luis Gutiérrez Maluenda nació en Barcelona en 1945. Es conocido gracias a las novelas Putas, diamantes y cante jondo, Música para los muertos, y y806 solo para adultos. También es un gran experto en jazz y blues y autor de varios ensayos.
Autor: Luis Gutiérrez Maluenda (Web del autor)
Editorial: Alrevés (Web de la editorial)
Año publicación: 2011
ISBN: 9788415098072
Número de páginas: 160
Leído en… español
NO es la primera reseña positiva que leo de este libro. Me estáis dejando con muchas ganas de leerlo.
Besotes!!!