Joyland, la nueva novela de Stephen King, es de género de misterio tirando más a policiaco que a terror. Se publicará en inglés este próximo 4 de junio, y saldrá a la venta en español el día 6 de junio (ver en Amazon.es).
Este es un fragmento de las primeras páginas de esa novela. Está ambientada en 1973, y en ella, un estudiante llamado Devin Jones se verá obligado a enfrentarse a la muerte de diferentes maneras, mientras realiza un trabajo temporal en el parque de atracciones de una pequeña ciudad.
El fragmento se ha publicado hace unos días en The Huffington Post, y esta es mi traducción:
Tenía coche, pero la mayor parte de los días de aquel otoño de 1973 iba andando a Joyland desde los Alojamientos Beachside de la Sra. Shoplaw en la ciudad de Heaven’s Bay. Parecía lo correcto. La única posibilidad, en realidad. A principios de septiembre, Heaven Beach estaba casi completamente desierta, algo que encajaba con mi estado de ánimo. Ese otoño fue el más hermoso de mi vida. Incluso cuarenta años después puedo decir eso. Y nunca he sido tan infeliz, también puedo decir eso. La gente piensa que el primer amor es adorable, y nunca es más adorable que cuando ese primer vínculo se rompe. Habéis oído miles de canciones pop y country que prueban ese punto; a algún tonto le han roto el corazón. Aunque ese primer corazón roto es siempre el más doloroso, el más lento en curarse, y deja la cicatriz más visible. ¿Qué hay de adorable en eso?
♥
En septiembre y a inicios de octubre, los cielos de Carolina del Norte estaban claros y el aire era cálido incluso a las siete de la mañana, cuando salía de mi apartamento del segundo piso por las escaleras exteriores. Si salía con una chaqueta ligera puesta, la llevaba anudada a mi cadera antes de terminar la mitad de los cinco kilómetros que separaban la ciudad del parque de atracciones.
Había convertido la Panadería de Betty en mi primera parada, y cogía un par de croissants todavía calientes. Mi sombra caminaba conmigo en la arena, tenía al menos seis metros de largo. Gaviotas esperanzadas, oliendo los croissants en el papel encerado, volaban arriba en círculos. Y cuando volvía andando, normalmente alrededor de las cinco (aunque a veces me quedaba más – no había nada esperándome en Heaven’s Bay, una ciudad que en su mayoría se iba a dormir cuando terminaba el verano), mi sombra caminaba conmigo sobre el agua. Si la marea estaba alta, temblaba en la superficie, como si hiciera un hula lento.
Aunque no puedo estar completamente seguro, creo que el niño, la mujer y su perro estaban allí la primera vez que hice ese recorrido. La costa entre la ciudad y la alegre y parpadeante baratija de Joyland estaba ocupada por casas de verano, muchas de ellas caras, muchas de ellas cerradas a cal y canto después del Día del Trabajo. Pero no la más grande de ellas, la que parecía un castillo de madera verde. Un paseo de tablas iba desde su amplio patio trasero hasta donde la hierba daba paso a la fina arena blanca. Al final del paseo había una mesa de picnic a la que daba sombra una sombrilla verde brillante. A su sombra, el niño estaba sentado en su silla de ruedas, con una gorra de béisbol y cubierto de cintura para abajo con una manta incluso en las últimas tardes, cuando la temperatura permanecía en más de veinte grados. El perro, un terrier Jack Russell, o se tiraba a su lado o se sentaba a sus pies. La mujer se sentaba en uno de los bancos de la mesa de picnic, a veces leyendo un libro, la mayor parte de las veces mirando el agua. Era muy bella.
Yendo o volviendo, siempre los saludaba, y el niño devolvía el saludo. Ella no, al principio. 1973 fue el año del embargo de crudo de la OPEP, el año en que Richard Nixon anunció que no era un ladrón, el año que Edward G. Robinson y Noel Coward murieron. Fue el año perdido de Devin Jones. Yo era un virgen de veintiún años con aspiraciones literarias. Poseía tres pares de tejanos, cuatro pares de shorts Jockey, un Ford que era una chatarra (con una buena radio), ideas suicidas ocasionales, y un corazón roto.
Adorable, ¿eh?
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Mola eso de que sea más bien policial 😛
Me parece bastante interesante. Espero sea mejor que «The Colorado Kid» (también de Hard Case Crime) y, por lo que veo, es un libro que leeré antes que 11/22/63 (es increíble que tenga acá ese libro desde que salió y no lo haya empezado) 🙁