Este libro lo terminé de leer hace ya algún tiempo. Como me suele ocurrir cuando un libro: a) me gusta muchísimo o b) no tengo muy claro si me gusta o no… la reseña ha tardado en salir de mi cabeza para llegar al blog. Pero bueno, creo que finalmente tengo mi veredicto personal y una opinión más o menos clara. No conocía al autor antes de empezar a leer el libro. Esta vez fue a través del blog El Errante de mi amigo Alcorze (ya avanzo, a él le gustó más que a mí 🙂 ). En todo caso, empecé a leerlo siendo desconocedora del que es, en principio, el gran éxito de su autor hasta la fecha: La ladrona de libros. Supongo que a pesar de las pegas que le voy a poner a esta novela, en el futuro podría acabar leyéndolo, sobre todo porque he visto que hay gente a la que no le ha gustado demasiado Cartas cruzadas y que sin embargo afirma que La ladrona de libros es un novelón. Otro asunto es que he leído en alguna parte que califican a esta novela (me refiero ahora a Cartas cruzadas) de literatura infantil. Bueno, juvenil no digo que no, pero tampoco me parece literatura infantil. O quizá, en todo caso, he sido yo la que ha elegido la lectura equivocada en esta ocasión. Lo bueno de esta novela es que se lee rápido. Los personajes son sencillos de imaginar y de entender, casi todos un poco arquetípicos. Ed Kennedy, el protagonista que nos cuenta su historia en primera persona, es un joven condenado a ser un perdedor. Aunque apenas tiene edad para conducir, es taxista a turnos y malvive en un barrio deprimido entre esporádicas visitas a casa de su madre (quien, por otro lado, también piensa que es un perdedor).
«Taxista. Perdedor. Pilar de la mediocridad. Pésimo amante. Patético jugador de cartas». Y ahora, para colmo, «imán para la mierda rara». Lo acepto.
Por si fuera poco con un trabajo mal pagado y un futuro poco prometedor, Ed Kennedy nos cuenta que es un mal amante y un mal besador.
Nosotros, los hombres, pensamos que tenemos que ser buenos en la cama, así que estoy aquí para deciros que yo no lo soy. También debería explicaros que, sinceramente, creo que mi forma de besar deja mucho que desear. Una de aquellas novias intentó enseñarme a besar, pero me temo que al final tiró la toalla.
Pero lo que Ed no sabe ni espera es que un día la casualidad le lleve a convertirse en un héroe. Cuando casi sin querer frustra un atraco a un banco tiene sus 15 minutos de fama y se convierte en el héroe local. Es a raíz de eso que recibe la primera carta, un As de Diamantes que contiene tres encargos. Esos primeros tres encargos implican conocer a una ancianita, una adolescente que corre descalza cada día y la historia cruenta de una familia en que el padre borracho viola a su mujer casi cada noche. La historia que cuenta el libro es lo que llega a hacer Ed al respecto de esa carta, y cómo las complicaciones no terminan ahí. Al parecer con la llegada de ese As a sus manos ha terminado su monotonía y su rutina.
Pero no he mencionado hasta ahora algo que es clave en el libro: los amigos de Ed. El joven acostumbra a quedar con sus tres amigos (Marv, Ritchie y Audrey) para jugar a las cartas. Se conocen desde hace mucho tiempo, y son conscientes cada uno de los defectos y virtudes de los demás. Así nos los describe Ed al principio del libro:
Está Marv, que no calla nunca, sentado a la mesa, intentando fumar puros y disfrutar al mismo tiempo. Está Ritchie, que apenas habla, con su ridículo tatuaje en el brazo derecho. Se bebe su VB de cuello largo a pequeños sorbos y se acaricia el bigote, que parece pegado a su cara de niño. Está Audrey. Audrey siempre se sienta frente a mí, independientemente de dónde juguemos. Tiene el pelo muy rubio, las piernas muy delgadas, la sonrisa torcida más bella del mundo y unas caderas preciosas, y ve muchas películas.

La novela es fácil de leer, de desarrollo bastante rápido, y ya lo he dicho, situaciones y personajes que podemos entender a pesar de que algunos (me refiero sobre todo a situaciones) no nos serán muy cercanos. Lo mismo pasa con el protagonista. Al principio es fácil captarlo, es fácil empatizar con él y con su vida falta de esperanza de fracasado total. Pero según avanzaba en las páginas me parecía un personaje más difícil de asimilar, uno de esos con los que la empatía se va diluyendo. Eso no es bueno en un libro que tiene un protagonista tan claro, y sobre todo cuando es el punto de vista de este protagonista el único que tenemos. Sinceramente, puedo decir que me gustaron quizá más los secundarios (Marv y Ritchie) que Ed mismo. Y supongo que es por párrafos así por los que terminan siendo tan cercanos… Marv es el típico fanfarrón que tiene buen corazón, y Ritchie un pasota que no lo es tanto.
Es imposible no querer a Ritchie cuando se pone así. Le trae sin cuidado cómo ocurren las cosas y no se molesta en preguntarlo. Capta que no me apetece hablar del incidente, por lo que hace un comentario socarrón y dejamos el tema. Ritchie es un buen amigo.
Y Audrey… bueno, ella es la chica de la que nuestro Ed está enamorado. Quizá sin esta parte de amor, para mí la historia hubiera ganado bastante. No lo sé, quizás. Pero me pareció un poco forzado y un poco ‘rosa’ cualquier momento en que Ed y Audrey interactúan. No voy a contar demasiado, pero sí puedo decir que Ed lleva desde siempre enamorado de ella. Sin embargo, ella lo considera un amigo, un amigo que le importa demasiado como para que puedan salir juntos. Quizá, aparte de ciertos detalles de la historia, lo que ha hecho que la novela no acabe de gustarme es esa especie de tono de cuento de hadas urbano que tiene en todo momento. El lenguaje de la calle aplicado a una historia de estereotipos y situaciones irreales, también. Hay momentos en que se nos explican cosas que ya sabíamos, como para aclararlas, y eso me pone un poco nerviosa. Hay otros factores que sí hicieron que la disfrutara (al menos hasta cierto punto), y son la ligereza de la narración, algunas partes especialmente inspiradas del texto (y es que a pesar de los defectos que tiene para mí, opino que está muy bien escrito), y sobre todo, la intriga por saber qué misterio esconden las misiones que alguien encomienda a Ted.
Ya digo que la sensación al terminar de leer la novela ha sido algo agridulce, y por eso me quedo con la intención de leer más del autor, a ver si lo disfruto. Con esto no quiero decir que no haya disfrutado con Cartas cruzadas. Porque sí lo hice, bueno… a ratos. Pero el hecho de que la novela me pareciese algo irregular y más bien simple le ha restado puntos en mi opinión.
Autor: Markus Zusak
Título original: The Messenger
País del autor: Australia
Año primera publicación: 2002
ISBN: 978-8426419804
Número de páginas: 384
Leído en… español
Más información en Amazon.es