Se llaman cuerpos de Lewy. Esta es de las primeras frases que escuchamos en la serie, y cuando lo veáis, ni siquiera hará falta que consultéis la Wikipedia para saber lo que es esta enfermedad. Una voz femenina está dirigiéndose al personaje de Kelsey Grammer, mientras él se muestra muy serio y escucha sentado. La enfermedad es degenerativa e irreversible, y el hombre encaja la información con el rostro impasible mientras la cámara tiembla un poco y tenemos su primer plano. Lo primero que le escuchamos decir es «How long?» (¿Cuánto me queda?) y «I can’t shake» (No puedo temblar). Lo curioso es que toda esta información se la proporciona una doctora (a la que veremos más tarde) en una nave industrial abandonada. Luego sabremos por qué. Él no pierde el dominio de sí mismo hasta que está solo, y pocos minutos después descubrimos que es un famoso político. Y no cualquier político, sino el mismísimo alcalde de una gran ciudad, Chicago.

A partir de ahí iremos sabiendo más del personaje y la persona. El personaje es el político que debe mostrarse inflexible e irreprochable. La persona es un hombre lleno de miedo y angustia ante lo irreversible de su enfermedad y otros problemas. Si para cualquier persona es difícil vivir una situación así, para él es difícil y además amenaza con dañar de manera inmediata su imagen pública si la verdad se descubre. No es que deba ser lo más importante en una situación así, pero está claro que este hombre tiene sus prioridades y al parecer una de ellas es seguir al pie del cañón y en medio del circo político un tiempo más. Y para ello, claro está, debe emplear todos los medios a su alcance para que nadie se dé cuenta de lo que le está ocurriendo.

Durante todo el piloto tendremos buenos diálogos, sirva este como muestra (pronunciado por el personaje de Grammer) pero igualmente podría haber elegido muchos otros:

Quieren ser gobernados. Quieren que sus disputas sean resueltas, que sus tratados sean negociados, que se creen puestos de trabajo, que los revoltosos sean castigados, y… quieren que su fidelidad sea pagada.»

Él cree que la política es un pacto. El pueblo necesita que lo gobiernen, y personas como él deben gobernar, es una relación de simbiosis, recíproca. No importan los medios para callar las voces que puedan perjudicarle, ni importan las personas que le rodean, son solo instrumentos. Tom Kane es el poder, y el poder está enfermo.

Pero la figura pública tiene una vida. Tiene una hija a la que intenta llamar y de la que se nota que está muy distanciado, tiene una esposa a la que une solo la conveniencia, podría parecer que lo tiene todo pero a la vez su vida parece extrañamente vacía de humanidad y sí llena de poder. ¿Es un hombre feliz? ¿Es realmente su inminente deterioro lo único que le preocupa? En este primer capítulo se sientan las bases para lo que tiene toda la pinta de ser una serie muy potente y absorbente. Tenemos a personajes que parecen a punto de descubrir lo que realmente le ocurre a Kane, tenemos a otros a los que parece darles bastante igual, tenemos a aliados y enemigos, y tenemos en el centro a un Thomas Kane que en breve empezará a perder el uso de sus facultades, tanto físicas como mentales y que no quiere que nadie, bajo ningún concepto, descubra su secreto. Y en su profesión es vital que tenga los cinco sentidos alerta en todo momento, pues como hemos visto en este capítulo, las traiciones y puñaladas traperas están a la orden del día.

Las actuaciones son magníficas como era de esperar. Kelsey Grammer está genial en su papel, y a los pocos minutos había conseguido lo que parecía imposible: que me olvidase de que su cara es la cara de Frasier. Ahora es Tom Kane, y su gesto adusto y serio ha conseguido que me olvide completamente de cualquier otro papel o registro suyo. La fotografía y realización de la serie son para quitarse el sombrero, y qué más puedo decir. Todo me ha encantado, desde la intro hasta el final. Uno de los mejores estrenos de la temporada.

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