Les gratituds, de Delphine de Vigan

Uno piensa que tendrá tiempo de decir las cosas, y cuando se quiere dar cuenta ya es demasiado tarde. Uno piensa que basta con dar muestras de cariño, con hacer gestos, pero no es verdad, hay que decir lo que se siente.

Uno de mis propósitos de este año que entra, es recuperar parte de esos hobbies y cosas que me hacen sentir bien. Estos últimos años han sido un poco locos a nivel laboral, y por desgracia ha habido parcelas que he dejado bastante descuidadas por el camino. Este blog es una de ellas. Y sí, sí… soy consciente que ya no se llevan demasiado los blog, pero a mí me gusta mantener este vivo, son cientos de posts (y de horas dedicadas) y me daría muchísima pena abandonarlo. Dejarlo en estado vegetativo tampoco me hace sentir bien, así es que quiero ir dándole algo de vidilla. Quizá no seré muy regular, quizá pasen semanas y meses y no lo actualice… pero lo haré lo mejor que pueda.

Este libro ha sido de los últimos que he terminado, el primero que terminé en 2023. Tengo decenas de libros pendientes de reseñar, algunos buenísimos, de muchos he hablado en el post de mis mejores libros del 2022, alguno más que ha valido mucho la pena este año.  y este no salía en ese listado. Tengo que decir de este libro que, sin parecerme una genialidad, me dejó con un mal cuerpo que creo que merece un post. Y es que a veces la vida misma es más cruda que cualquier ficción que nos podamos imaginar.

La historia es bastante sencilla. Nos habla de dos personas que no se conocen, pero a las que une una anciana a la que los dos tratan. La anciana se llama Michka Seld, y ellos dos se llaman Marie y Jerôme. Michka acaba de ser ingresada en un geriátrico, y sufre afasia, de la que al principio del libro empieza a sufrir los primeros síntomas. Marie es su vecina, pero la relación con ella es más cercana y familiar que eso, pues cuando era pequeña y su madre no podía cuidarle, era Michka quien la cuidaba. Jerôme es el logopeda que la trata, para intentar mitigar la gravedad de su afasia y pueda recuperar algo el habla. Los dos se involucran en el último deseo de Michka: ella quiere encontrar al matrimonio que cuidó de ella durante la ocupación alemana, evitando que fuera a un campo de exterminio y escondiéndola en su casa. Nunca llegó a darles las gracias y querría hacerlo antes de morir. Evidentemente y dada su edad, esa no es tarea sencilla, además que han pasado décadas…

Cuando me imagino vieja, realmente vieja, cuando intento proyectarme dentro de cuarenta o cincuenta años, lo que me resulta más doloroso, más insoportable, es la idea de que ya nadie me toque. La desaparición progresiva o repentina del contacto físico.
Quizá la necesidad ya no sea la misma, quizá el cuerpo se retraiga, se acurruque, se entumezca, como durante un largo ayuno. O quizá, por el contrario, se queje de hambre, una queja muda, insoportable, que ya nadie quiere escuchar.
Cuando Michk’ viene hacia mí con paso inseguro, a punto de perder el equilibrio, me entran ganas de abrazarla, de insuflarle un poco de mi fuerza, de mi energía.
Pero me detengo antes de estrecharla entre mis brazos. Por pudor, supongo. Y por miedo a hacerle daño.
Se ha vuelto tan frágil.

Aparte de lo dramático en sí que es quedarse sin palabras para expresarse, en el caso de Michka le cuesta mucho más pues ella se dedicaba profesionalmente a la corrección, o sea que las palabras siempre han sido su especialidad y ahora está perdiéndolas poco a poco. El libro está narrado desde los tres puntos de vista, el de Michka, de Jerôme y el de Marie, ellos nos narran en primera persona lo que transcurre durante unos meses.  Se tratan varios temas, no solo el tema de la vejez y cómo envejecer supone ir perdiendo todo lo que tenemos, y concretamente el deterioro cognitivo. Pero también nos habla de la necesidad de decir las cosas, de agradecer en voz alta lo que necesitamos agradecer, y los vínculos que podemos establecer con personas que no son familia, pero acaban siendo más cercanos que la familia de sangre. Todo está tratado con mucha sutileza, tratando estos temas sería fácil caer en el sentimentalismo, pero eso no ocurre aquí. Es por estar tan bien contada, que emociona sin ser sensiblera. Además, ¿quién no tiene un caso cercano que haga que este tipo de historia le toque la fibra? Al menos a mí sí me pasó.

Los capítulos son cortos, y tienen muchos diálogos. ¿El resultado? La novela se hace muy corta y es muy rápida de leer. Y eso, con la carga que tiene esta historia, para mí es una gran virtud y dice mucho de la  habilidad narrativa de la escritora. Creo que una de las mejores cosas que se puede decir de una novela, es que te toca algo por dentro, o te remueve los sentimientos. Esa es una de esas novelas.

Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, la noción del tiempo, perder el sueño, perder el oído, perder la chaveta.
Perder lo que te han dado, lo que te has ganado, lo que te merecías, aquello por lo que luchaste, lo que pensabas que nunca perderías.
Readaptarse.
Reorganizarse.
Apañárselas
No darle importancia.
No tener ya nada que perder.

 

Título original Les Gratitudes
Año primera publicación 2019
Número páginas 173
ISBN 9788433980830
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