Picnic extraterrestre, de Arkady y Boris Strugatsky

El problema es que no nos damos cuenta de que los años pasan, pensaba. Y una mierda, los años; no nos damos cuenta de que las cosas cambian. Sabemos que cambian, desde pequeños nos han dicho que cambian, hemos visto mil veces con nuestros ojos cómo cambian, y a pesar de todo somos totalmente incapaces de captar el momento en que se produce el cambio, o bien buscamos el cambio en el lugar equivocado. 

La edición en que leí este libro es la de Gigamesh, de finales del 2020. Llevaba tiempo cuando la compré, buscando copia física de este libro, tenía muchas ganas de leerlo desde hacía tiempo y no había manera de encontrarlo. Así que encontrar esta edición tan bonita me alegró muchísimo.

Arkady y Boris Strugatsky, hermanos rusos, publicaron esta novela en 1972, novela que les fue muy difícil publicar bajo los criterios férreos de la censura soviética de aquellos años (la Guerra Fría estaba en todo su apogeo en esos años). En la edición que he leído, en las últimas páginas explican todo el periplo para poder llegar a publicar el libro. Fueron años, muchas cartas a diferentes comités, y el riesgo constante de que no les dejaran publicarla. Es una historia muy interesante, ya os lo digo. Claro que yo no tenía ni idea de todo eso cuando me puse a leer. Mi interés venía porque siempre había leído que Picnic Extraterrestre es uno de los grandes referentes en la ciencia ficción. Fue llevada al cine en 1979, por Andrei Tarkovsky, con el título Stalker. El libro también inspiró un videojuego, S.T.A.L.K.E.R. Además de estas adaptaciones directas, es fácil ver cómo la ambientación, la historia, los personajes, resuenan en otras obras, videojuegos, series…

Pero al lío. No es una novela larga, ni es complicada de leer, pero me ha parecido muy completa, que se puede leer con la profundidad que se desee. El protagonista es Redrick «Red» Schubart, y es un stalker. No hay muchos stalkers, o bien porque muchos no se atreven a serlo, o bien porque muchos de los que lo intentan no salen vivos. Pero para explicar a qué se dedican los stalkers, hay que dar un poco de contexto.

Y de repente, como salida de la nada, lo invadió la desesperación. Todo era inútil. Todo era en vano. Madre mía, pensó; a fin de cuentas, ¡nada de lo que hagamos servirá! ¡Es imposible parar esto, hacerlo desaparecer! No hay dique que pueda contener este caudal, pensó con pavor. No es que trabajemos mal. No es que sean más listos que nosotros. Simplemente, el mundo es así. El hombre es así. Si no hubieran venido los visitantes, sería por otra cosa. Los cerdos siempre acaban revolcándose en el barro.

Treinta años atrás, los extraterrestres visitaron la tierra. Aterrizaron en seis localizaciones diferentes, estuvieron un tiempo y luego se fueron. Así, sin más, y esa es una de las mejores partes de la historia. Esos extraterrestres no le hicieron mucho caso a la especie humana, no hicieron un gran escándalo. Tal como llegaron, se fueron. Red vive cerca de uno de esos seis puntos, un área sellada a la que llaman «la Zona». En la Zona los aliens dejaron basura, objetos que escapan a las leyes de la física y nadie entiende, pero que personas como Red recogen y venden como pequeños tesoros. Pero entrar en la Zona no es algo tan fácil como darse un paseo y recoger los objetos, también hay trampas y un serio peligro de terminar muertos cada vez que uno entra.

Los Stalkers, pues, se dedican a vender en el mercado negro objetos que los aliens dejaron atrás. Sacan mucho dinero de ello, porque los Stalkers arriesgan su vida, y muchos ni siquiera llegan a salir de la Zona, dejando sus cadáveres como advertencia para los siguientes que entren. Pero la Zona también afecta de una manera más profunda a los Stalkers, cuando tienen hijos sufren malformaciones, como le pasa a Red. Pero las Zonas no afectan solo a las personas que entran en ellas, sino también a la gente que vive alrededor, todos cambian de alguna forma, y es algo difícil de entender, porque en la Zona no hay radiación.

Y, al imaginar su careto, Redrick soltó una carcajada y, cuando Arthur lo miró asustado, le indicó con la mano sin parar de reír: ¡adelante, adelante! Y de nuevo, como en una pantalla, se le aparecieron las caras brutales, monstruosas, aberrantes… Todo tenía que cambiar. No una vida ni dos, no un destino ni dos: tenía que cambiar hasta el último tornillo de ese apestoso mundo.

Red es uno de los mejores stalkers, pero quiere encontrar otro trabajo, uno legal. Porque ya habrá quedado claro que ser stalker, además de peligroso, es ilegal. Y Red lleva una vida que no es nada fácil, intenta en ocasiones olvidarse con alcohol de todo lo oscuro de su existencia, al igual que hacen otros stalkers, que sufren secuelas no solo físicas sino psicológicas fruto de sus incursiones a la Zona. Red es una persona sencilla y sin complicaciones, pero a veces hace unas observaciones geniales. Como suele ocurrir, y justo porque Red quiere retirarse de esta vida, se ve obligado a enfrentar una última y peligrosísima misión. Contado así, sin entrar en detalles, parece una historia sencilla pero no lo es tanto. La acción abarca ocho años, y así vemos a Red y a sus conocidos en situaciones muy diferentes.

Pero él no es el único protagonista. Los aliens ni siquiera aparecen. Pero, aparte de él, sí aparecen otras personas, por ejemplo un científico que explica la parte más teórica de la historia, ya avanzado el libro. Esa es otra cosa que me ha encantado, el libro se puede leer a diferentes niveles, uno más básico y sencillo, como una novela de aventuras. Pero también puede tener lecturas más profundas, hablándonos de filosofía, política y psicología. No solo en relación a la huella que dejaron los aliens en su breve visita a la tierra, sino todas las repercusiones y dinámicas que los humanos han creado desde entonces en torno a las «Zonas».

Ahora soy yo quien decide. Yo, Redrick Schuhardt, en plena posesión de mis facultades mentales, voy a decidirlo todo y por todos. Y todos vosotros, buitres, perros, visitantes, huesudos, quarterbloods, parásitos, billetes, roncos, señoritos, encorbatados, uniformados, todos esos tipos con maletines, con discursos, con buenas obras, con empleos que ofrecer, con pilas eternas, con móviles perpetuos, con claros de mosquitos, con promesas de felicidad, basta ya de hacerme bailar a vuestro son.

Fue una de las lecturas que más me marcó del 2021 (y eso que leí unos cuantos libros…). La magnífica -a la par que sencilla- ambientación, el carismático protagonista, las reflexiones que contiene el libro, los diálogos… todo me encantó. Y el concepto de los extraterrestres que pasan de largo de la tierra, ignoran a todos sus habitantes y dejan basura por la cual los humanos se pelean, es brutal y potentísimo.

Título original:
Año publicación: 1972
Número de páginas: 320
ISBN: 978-8417507442
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