Al escribir estas dos «memorias» – con treinta años de diferencia entre la una y otra – he permitido que siga habiendo algunas faltas de concordancia entre ambas, y me he permitido cierta indulgencia al contar de nuevo algunos hechos. Estas dos decisiones, espero, recordarán al lector que fui un chico criado por dos personas muy diferentes, cada una de las cuales tenía una perspectiva propia que inculcó en mí, procuraba actuar de acuerdo con la otra y poseía una de las dos miradas a través de las cuales yo trataba de ver el mundo circundante.
A estas alturas, ya tengo una buena colección de ese subgénero tan concreto de autobiografías con predominante temática familiar. He de reconocerlo, me gusta leer mucho libros de ese tipo, no sabría explicar del todo por qué, porque no siempre es por sentirme identificada. Pero supongo que lo que me gusta es «meterme» en la cabeza del escritor de turno y vivir su vida con su mentalidad, que nada tiene que ver con la mía.
En este caso, es Richard Ford, un escritor reconocido del que no he leído su obra más famosa hasta después. Para mí era un desconocido cuando empecé a leer este librito, y más que él, me interesaba el tema. El planteamiento me parece interesante, pues hay dos partes muy bien diferenciadas, una dedicada a su padre, y otra a su madre. Dos piezas escritas con treinta años de diferencia, la primera escrita fue sobre su madre cuando esta murió de cáncer. Richard Ford tenía 37 años cuando murió su madre, y escribió su parte en los años ochenta, como he dicho al poco de morir ella; sin embargo, la parte dedicada a su padre, que murió cuando era un adolescente, la escribió mucho más recientemente. Las dos partes juntas, forman un díptico realmente curioso donde de forma sintética y breve nos pinta la historia de una vida, no solo la de él, sino en cierta medida, la de ellos dos, sus padres.
Es tremenda la habilidad para dibujar tan bien a dos personas, en tan pocas páginas y de una forma tan elegante. Sin falsos sentimentalismos, sin frialdad, algo nos lleva a pensar que de una forma muy sincera, Richard Ford nos acerca a las versiones que él tenía de sus padres. Reconociendo que no sabía todo sobre ellos, en la medida en que ningún hijo sabe ni sabrá todo sobre sus padres, sí que intenta ser exhaustivo y objetivo.
Su muerte. El recuerdo de mi padre
No sé nada sobre las creencias de mi padre, si es que tenía alguna. Puede que dijera que creía en algo, después del ataque al corazón. Pero no practicaba ninguna religión, al menos no en los años en que yo le conocí. Sé que no disfrutaba con los libros, en los que podía haber encontrado lo que todos encontramos cuando no tenemos fe: el testimonio de que existe un modo alternativo de pensar en la vida, un modo diferente de aquellos que se nos asignan de forma natural en el nacimiento.
En esta primera parte, Ford nos habla de su padre, que murió de un ataque al corazón cuando él contaba solo 16 años. Parker, que así se llamaba, era un comerciante de almidón que pasaba la semana laboral fuera de casa y al que, por tanto, tanto él como su madre veían solo los fines de semana. El relato acerca de su padre se nota que lo ha escrito en una edad madura, es muy consciente, por decirlo así, de lo que sabe y no sabe, de dónde están los límites en lo que se refiere a lo que uno puede saber de sus padres. El planteamiento más interesante de este tipo de relato es saber que nunca llegamos a conocer por completo al otro, sea padre, hijo o pareja nuestra. No es bueno presuponer en los demás intenciones o sentimientos, porque seguramente nos equivoquemos. El relato sobre el padre, es un relato de pérdida, no solo porque murió cuando era muy joven, sino porque mientras estuvo vivo, tampoco paraba mucho en casa.
Pero hoy es raro que transcurra una hora de cualquier día sin que piense algo sobre mi padre. Muchas de esas cosas las he escrito ya aquí. Algunos hombres tienen padre toda la vida, crecen y se convierten en hombres dentro de la órbita y el campo de visión de su padre. Mi padre no llegó a experimentar esto. Pudo imaginar una vida así, pero solo imaginarla. El novelista Michael Ondaatje escribió sobre su padre: «…lo que me he perdido ha sido no haber hablado con él de adulto a adulto».
Mi madre, in memoriam
El acto de reflexionar sobre la vida de mi madre es un acto de amor. Y mi memoria incompleta de su vida no debe tomarse por un amor incompleto. Quise a mi madre como lo hace un niño feliz, irreflexivamente y sin dudas. Y cuando me hice adulto y ambos nos conocimos como adultos, nos tuvimos el uno al otro en gran estima.
El caso de la madre fue muy diferente. Su madre estuvo presente, a diferencia de su padre. Su madre tuvo que luchar sola por sacarlos adelante, con su madre la relación era complicada. Tal como comentaba antes, el autor solo puede suponer qué movía a su madre o qué sentía, si era feliz o no… Alguna de sus reflexiones gira en torno a la falta de felicidad que él observó en ella desde la muerte del padre.
Sinceramente, me pareció curioso el paralelismo en mi vida con la del autor (muerte de progenitores, más o menos la misma edad cuando murieron), y cómo de diferentes han sido las vivencias sin embargo. Los matices lo cambian todo, el entorno lo cambia todo, no hay dos vidas iguales aunque las circunstancias a veces se asemejen. Hay que decir que en el caso de la madre, la narración no es tan sentida como la del padre. Puede ser por el momento en que cada uno de los relatos fue escrito, puede ser porque la figura del padre, aunque lejana, nunca ha perdido la titánica fuerza de la ausencia.
No quiero decir que la vida – la vida de cada uno de nosotros tres – la viviéramos al margen de la perspectiva y el prisma de la muerte. Ella rotundamente no. La alegría de sobrevivir la empañaba la certeza aprensiva de que sobrevivir es imposible. Y nadie puede perder a uno de sus padres sin pasarse el resto de su vida esperando que el otro se muera o se empiece a morir. Durante aquellos días y breves años, leía la muerte de mi madre en casi todas las cosas de su vida.
Sin mucho más que decir (o la reseña será más larga que el libro… ja ja), simplemente quitarme el sombrero ante Richard Ford. Al leer este libro, tan bien escrito, tan preciso, sin sentimentalismo y sí con mucho sentimiento, quise leer más. Por eso acabé leyendo su novela El periodista deportivo. Pero de ese hablaré otro día.
Autor: Richard Ford
Título original: Between Them. Remembering my parents
País del autor: USA
Número páginas: 162
ISBN: 978-84-339-7996-4
Leído en: español (Ed.Anagrama)
Dedicatoria:
Kristina