Mindhunter ha sido para mí una de las sorpresas del otoño. En los últimos meses me ha costado estar al tanto de todas las novedades, y por tanto me las iba encontrando cuando llegaba el día del estreno, o cuando estaban ya a punto de estrenarse. En este caso los avales eran David Fincher, y que la temática me llamaba la atención. De hecho, parte de la base de la serie tiene bastante que ver con alguna de mis lecturas recientes, pero eso lo dejaré para otro día (cuando reseñe el libro en cuestión).
La serie se basa en un libro de no ficción escrito – titulado igual que la serie – por John E. Douglas y Mark Olshaker. El libro lo escribieron en 1995, cuando John se retiró del FBI. El libro cuenta las primeras etapas del programa de perfiles criminales y la Investigative Support Unit, y en general muchos de los casos de John, una leyenda viva del FBI. Por su parte, Mark es un reportero investigador, con el que desde entonces colabora. Los dos tienen ya varios libros publicados.
La historia está ambientada en 1977, cuando poco se había avanzado todavía en el campo de la psicología criminal y la elaboración de perfiles criminales en el FBI. Los protagonistas son dos agentes del FBI, Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany), que comienzan a entrevistar criminales convictos (concretamente, asesinos en serie), para poder entender cuáles fueron sus motivos para asesinar y torturar personas, y así poder aplicar ese conocimiento para resolver futuros casos. Juntos pasan a formar la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI, supervisados por el Jefe de Unidad Shepard (Cotter Smith). Cada agente tiene un pasado diferente, por ejemplo Holden ha trabajado como negociador de rehenes, pero se ha retirado a la docencia. De todos modos, no está contento con solo enseñar conceptos básicos, y cree que debe irse más allá en la investigación, por eso acaban juntándolo con Bill Tench, experto en capacitar a policía estatal. Juntos formarán una pareja curiosa, con muchos contrastes, cada uno de ellos vive de manera muy diferente su trabajo del día a día. Y claro, les pasará factura a cada uno de forma diferente. Pero con este comentario me estoy adelantando a los acontecimientos.
Holden no tiene una familia formada, pero sí está comenzando a tener ‘algo’ con Debbie (Hannah Gross), estudiante de posgrado con la que convive y que despierta en él el interés por los motivos detrás de asesinatos supuestamente impulsivos. Por otro lado, Bill tiene mujer y un hijo adoptado, el hijo con algunos problemas que han hecho que el matrimonio se distancie. Por el carácter de cada uno vamos a ver que su nuevo trabajo les afecta de forma muy diferente.
El comienzo de la serie nos introduce rápidamente a la trama central, y en el primer capítulo los dos agentes van a hablar con Ed Kemper, asesino serial convicto. La idea que les da hablar con él es que quizá profundizar en la mente de los asesinos les dé pistas de cómo funcionan, de cuál es el resorte que les empuja a matar, y sobre todo, de por qué los asesinatos aparentemente impulsivos, no lo son. Para ayudarlos cuentan con la doctora Wendy Carr (Anna Torv), psicóloga conductual que les ayudará y a veces corregirá en esta investigación.
Ah, y me olvidaba, al principio de cada uno de los 10 capítulos de la temporada, veremos un pequeño fragmento con un único protagonista, un técnico de reparación (Sonny Valicenti), del que no sabemos su nombre ni casi nada más, cada capítulo nos iremos enterando de alguna cosa sobre él.
No vamos a ver aquí recreaciones de asesinatos, sino que nos los van a contar, en ocasiones los asesinos de primera mano. A pesar de no ver sangre en pantalla, la serie consigue ser bastante perturbadora, por las motivaciones para los asesinatos, la sangre fría de los asesinos, y los motivos que tienen para asesinar. Durante la temporada vamos a conocer a varios asesinos convictos, culpables reconocidos de los crímenes que cometieron, pero también (ojo!) se introducen algunas tramas que se supone serán desarrolladas en futuras temporadas.
Me ha gustado la serie, mucho más de lo que esperaba. El hecho de que construya tensión e intriga alrededor de casos, en su mayoría ya resueltos, de los que solo tenemos una narración, ayuda a ponerse en el lugar de los investigadores. Esos asesinos – algunos la mar de educados, otros auténticos salvajes -, ¿cuentan la verdad? ¿Intentan manipular a la policía? Ahora que no pueden asesinar, ¿no puede ser que se recreen en cierto placer exhibicionista «adornando» sus actos? La intriga de si cuentan o no la verdad tiene bastante importancia aquí.
Los asesinos no están endiosados aquí, se los retrata de hecho como personas incapaces de superar sus traumas, que actúan llevados por compulsiones nacidas de su subconsciente, aunque no de forma totalmente impulsiva. En varias ocasiones en las entrevistas a asesinos aparece alguna expresión similar a «entonces supe que iba a matar». Ellos son conscientes de sus impulsos, pero no quieren detenerlos, no se les ocurre un motivo por el que deberían hacerlo, para ellos sus instintos asesinos son tan naturales como respirar. Los asesinos que aparecen son reales, Edmund Kemper y Monte Rissell cumplen cadena perpetua; Richard Speck y Jerome Brudos murieron de viejos en la cárcel, y Darrell Devier fue ejecutado en 1995.
Aquí me tenéis esperando la segunda temporada con muchas ganas. Creo que a día de hoy todavía no hay fecha ni confirmación de que se vaya a hacer. Pero ya cuento con ella.
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Ficha IMDB
Fecha emisión USA: Octubre 2017
Número capítulos / duración: 10 / 35-54 minutos
Es una historia deliciosa, entretenimiento de alta gama. Diálogos medidos y concretos, increíbles perosnajes, y una interpretaciones de miedo, especialmente la de Cameron Britton encarnando al temible y a la vez entrañable Edmund Kemper. Sin duda es uno de los grandes productos de Netflix, arriesgado a todas luces, pero muy satisfactorio.
Como dato curioso, es posible que el asesino de los intros se trate de Dennis Rader, quien burló a la policía durante años. Probablemente acompañaremos sus pasos durante varias temporadas.