Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan (Reseña)

El hecho es que he olvidado buena parte de lo que contienen estas líneas, así que mi memoria solo ha conservado lo más destacado y algunas escenas más o menos intactas, mientras que el resto ha sido, desde hace mucho tiempo, arrastrado por el olvido. Al leer esos relatos, es lo primero que me sorprende, esa eliminación natural ordenada por nuestro organismo, esa capacidad que tenemos de recubrir, borrar, sintetizar, esa aptitud para la clasificación selectiva que permite sin duda liberar espacio como en un disco duro, dejar sitio libre, avanzar. 

Me aproximé a este libro por el mismo motivo que a muchos otros últimamente, porque se trata de una narración autobiográfica de la autora. Me suelen interesar este tipo de historias, narradas en primera persona, sobre todo si explican relaciones conflictivas o dramas familiares. Qué se le va a hacer, soy un poco masoquista…

No había leído ninguna obra de Delphine de Vigan, sí me sonaba vagamente su nombre pero hasta hace poco no tuve nada suyo en mi biblioteca, ni en mi listado de libros pendientes de leer. De hecho, no recuerdo por qué  me decidí a comprarlo, aunque seguramente fue porque apareció en alguna lista de «relacionados» de la web donde listo todas mis lecturas (para más señas, Goodreads). El cómo una hija puede hablar de los dramas familiares que llevaron al suicidio de su madre me sonaba, cuanto menos, interesante. También peligroso en cierto modo, y en esto mi intuición estuvo bastante acertada.

El hecho de que su madre se suicida lo deja caer en las primeras páginas, así que no os preocupéis, no es un spoiler. Tampoco será un gran spoiler si explico que en el resto de páginas habla de la vida de su madre, a quien llama con su nombre de pila, Lucile. Desde la infancia en una numerosísima e inicialmente feliz familia, los Poirier. Una familia dominada por el patriarca de la familia, Georges, un hombre carismático y autoritario, especialista en vivir siempre por encima de sus posibilidades. Liane, la madre (abuela de Delphine y madre de Lucile), una ama de casa feliz de encadenar embarazos y enganchada a tener bebés. No en vano Lucile llegó a tener una buena cuadrilla de hermanos, fluctuando entre cuatro, seis, según el momento y las circunstancias. Se puede decir que el hogar familiar de Lucile fue feliz durante un tiempo, pero las desgracias llegaron después, y fueron una constante a lo largo de toda su vida.

No es cuestión de que explique muchos detalles de la historia, porque yo no sabía nada al comenzar el libro, pero sí tengo que decir que la lectura ha resultado bastante perturbadora. Uno sabe que la cosa no va a terminar bien, que es un relato de oscuridad y tristeza, y aun así… ocurre como en muchas historias, y uno no  puede evitar pensar, ¿y qué hubiera pasado si ciertos factores hubieran sido diferentes? ¿Qué efecto tienen nuestros actos y palabras sobre los demás? ¿Y los de los demás sobre nosotros?

Mis revueltas no tenian nada que ver con las de mis semejantes, aspiraban al conformismo más puro. Soñaba con una vida delimitada, confinada, reglada como el papel milimetrado donde plasmaba los errores de mis ejercicios de geometría. Quizá no tenía otro medio de expresar el miedo confuso y creciente que había comenzado a afectarme. Me alejaba de Lucile, o ella se alejaba de mí, le reprochaba que no fuera más fuerte, que no se enfrentara a nada.

Quizá lo que más me ha impresionado del libro es pasar a través de toda la vida de una persona que sabemos que acabará suicidándose, alguien que al final, no pudo más. Pero no importa tanto el final (que sí  y mucho), sino todo el proceso hasta llegar ahí.

La mujer de la portada del libro es Lucile, la madre de Delphine. En esa foto, la vemos en los «buenos tiempos»: joven, guapa, misteriosa. Lucile creció en un hogar donde había nueve hijos, un hogar donde hubo tiempos mejores y peores, dependiendo de cómo llevara su padre Georges su agencia de publicidad. Donde Liane era el prototipo de ama de casa y madre a tiempo completo. Fue el hogar donde se crió Lucillle, Pierremont, un lugar que vemos como casi mítico en la narración, llegando su influencia incluso hasta la narradora, que siempre conoció allí a sus abuelos. Lucile comenzó pronto a trabajar, como modelo cuando era niña. ¿Se hubiera podido evitar que aquella niña tuviese una vida tan triste y dramática? Da la impresión en ocasiones, en la vida, de que hay ciertas personas que son más débiles, o más sensibles, no son capaces de aguantar las pruebas que la vida les pone delante. ¿Es eso, una serie de rasgos del carácter que lleva a la enfermedad mental, o la enfermedad mental acaba definiendo el carácter ya desde el principio? En este caso concreto se dan las pistas suficientes para que el lector decida cuál pudo ser el motivo para desequilibrar a Lucile.

Lucile seguía nuestras trayectorias a su manera, nos recibía para cenar, nos visitaba durante sus callejeos de fin de semana. Lucile nunca fue una de esas madres invasivas que llaman cada dos días y a quienes hay que mantener informadas del menor de los detalles. (…)
Cuando íbamos a Pierremont con ella, a pasar un fin de semana, una festividad familiar, o algunos días de vacaciones, Lucile parecía moverse en territorio hostil. En Pierremont, Lucile se replegaba, mostraba su cara más defensiva, más agresiva. En el seno de su familia, volvía a convertirse en ese ser en alerta, a flor de piel.

De alguna manera, la hija entiende por qué la madre suicidó, pero dado que había muchas cosas que no sabía al afrontar la muerte de su madre, sobre todo lo que había pasado antes, pasó a entrevistarse y mantener conversaciones con toda su familia para hablar de Lucile. El resultado es una narración emocionante, perturbadora, y que según cómo y a quién, puede tocarle mucho la fibra sensible. Por motivos que no voy a detallar, porque no es el momento ni el lugar, a mí me ha hecho pensar y emocionar.

 

Durante el libro Delphine expresa preocupaciones que tuvo mientras recogía material o escribía para el libro. Sobre no saber hacer un retrato fidedigno de su madre o su familia, sobre sobreexponerlos al público.  Sin embargo, y a pesar de que saca a relucir horribles verdades sobre algunos de sus familiares, sobre su madre, o sobre ella misma, al final pesa más para ella contar la verdad  sobre su madre, ser testigo y hacer partícipe al mundo de la terrible lucha que Lucile tuvo que luchar, para no hundirse.

La forma en que su hija narra la enfermedad de su madre es desgarradora, las hijas tuvieron que intercambiar los roles con la madre y ejercer una labor protectora con su madre, y eso tuvo un precio. El nivel de detalle con que se describe la enfermedad de Lucile es escalofriante: el desorden en la casa, la  quincalla inútil, el alcohol, las pastillas, manías persecutorias, momentos de euforia desmedida.

Bajo mi punto de vista, una lectura muy recomendable, sobre todo para quien busque entender mejor las enfermedades mentales desde un prisma que se conoce menos, o no se conoce nunca si no se trata directamente con un enfermo mental.

Desde que cumplí catorce años, no parecerme a mi madre constituyó para mí una preocupación mayor, un objetivo prioritario. No quería parecerme en nada a Lucile, ni en el aspecto físico, ni sobre todo, en el aspecto psicológico, y recibía como un insulto toda comparación precipitada entre nosotras. 
Durante años, había sentido vergüenza de mi madre delante de los demás y había sentido vergüenza de sentir vergüenza. Durante años había intentado crear mis propios gestos, mis propios andares, alejarme del espectro que representaba a mis ojos. 

Autora: Delphine de Vigan
Año publicación: 2011
País de la autora: Francia
ISBN: 978-84-33977366
Leído en… español (edición Anagrama)
Dedicatoria: 
A Margot

 

One comment

  1. Sinceramente no conocía a Delphine de Vigan pero la forma de tratar esta historia personal tan cruda es interesante y eso que lo que son biografías o autobiografías no me llaman nada la atención. Un beso

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